Antonio El Genial y Ezequiel Benítez brindan una noche de ‘cante puro’

Crónica de la segunda jornada del Festival Flamenco

Actuación en la segunda noche del festival.
Actuación en la segunda noche del festival. José Antonio Holgado
Javier M. Alcaraz / Contraportada
10:13 • 24 jul. 2021 / actualizado a las 10:15 • 24 jul. 2021

Hoy en desuso, el ‘mano a mano’ es un formato histórico en el mundo del flamenco. Dos cantaores de postín y tronío o dos jóvenes con ganas de mostrar alardes y facultades ante una audiencia de entendidos, compartiendo estrofas o letras dentro del mismo palo, intentando siempre demostrar un pellizco más que el otro. Una suerte de ‘batalla de gallos’ del flamenco. Aunque actuaron cada uno por separado y sin ningún ánimo comparativo, algo de ese espíritu tuvo la segunda gran noche del 54º Festival de Flamenco y Danza de Almería, con el cantaor almeriense Antonio El Genial y el jerezano Ezequiel Benítez, dejando claro ambos que son el mejor presente del cante flamenco. Uno, por jondura y purismo pero también con descaro en el atrevimiento. El otro, por la recuperación de cantes en desuso, una fina capa de guasa y una sobresalienta manera de estremecer al recoger el cante.

Tras ‘Flamencas’, con Anabel Veloso y Rocío Segura el pasado miércoles, el título de la segunda gran noche del Festival Flamenco que organiza el Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería lo dejaba bien claro: ‘Cante Puro’. Los encargados de cumplir lo anunciado, dos apuestas seguras, Antonio El Genial y Ezequiel Benítez, dos de las mejores voces del presente. Ambos deleitaron con un recorrido por palos tradicionales pero también, cada uno a su modo, distendiendo la nobleza de los palos con otros regalos a un público muy empático.

El almeriense Antonio El Genial fue el primero en actuar. Pese a su juventud, veterano ya en las tablas, Antonio actuó como solista en el Festival por segunda vez, esta vez muy bien acompañado por un cuadro completo de compañeros de viaje. “Lo hemos pasado tan mal en este último año que teniendo esta oportunidad no quería subirme aquí yo solo con un guitarrista”, explicó. Así, además de su constante mano derecha de El Niño de la Fragua a las seis cuerdas, en distintos momentos por el escenario pasaron también David Caro a la segunda guitarra, David Santiago al bajo, Moi Santiago a las percusiones, Cristo Heredia y Edu García en palmas y coros y Ana Alonso al baile. Una fiesta completa para lo que Antonio supo dar todo lo que sabe, que es mucho.

Arrancó con el grupo al completo introduciendo por tangos de homenaje a Manolo Caracol la interpretación de pie, canónica y rememorativa, de ‘La Salvaora’, con Ana Alonso haciendo las veces de Lola Flores para completar la bella estampa clásica del canto redentor. Un voraz inicio que tuvo continuidad, a guitarra y voz, con una tanda de seguiriyas, duras, profundas en formas y letras, de muerte y perdición, cantadas a la vieja usanza, con Antonio El Genial retorciéndose sobremanera en la silla. Pura inspiración.

El repertorio continuó con unas bulerías por soleá con todo el grupo. Fue, tras ellas, cuando Antonio El Genial demostró un derroche de personalidad y valentía, incluyendo en todo un festival flamenco una suerte por sevillanas, que sonaron con empaque y por derecho. Con el reconocimiento por ello de los asistentes y de sus propios compañeros de escenario, El Genial demostró que lo suyo es pura versatilidad bordando una suerte de tangos festeros en los que se apoyó en los dos cantaores con los que lleva más de una década compartiendo recitales, sea como solistas, como acompañamiento o alternando posiciones en coros y principal, Cristo y Edu.

Con el público rendido ante la perfecta ejecución, Antonio El Genial se despidió como empezó, recordando a Caracol, esta vez chaqueta al hombro y sin micrófono cantando por fandangos a pie de escenario.

Ezequiel Benítez, la sonrisa y el corazón

Aunque era frecuente verle por peñas de Almería antes de la pandemia, lo cierto es que había ganas de ver a Ezequiel Benítez en el Festival de Flamenco y cumplió como se espera de un valor seguro, tan conocedor de los cantes como alegre, como se espera de alguien nacido en el barrio de Santiago de Jerez de la Frontera. Así lo dejo patente durante toda la noche, en la que alternó sobriedad con concesiones al humor, la guasa y el guiño, que jamás quedan impostados en la tonalidad de una garganta que abarca en plenitud, pero que se hace todavía más mágica a la hora de recoger y quebrar con sentimiento. Talento innato.

Con esta impronta, marca de la casa, Benítez abrió con uno de esos cantes libres de trilla, tan en desuso. Amante de las buenas letras, conquistó con unas almibaradas estrofas por alegrías, como la que arranca con aquello de “no le molestan al mar las caricias de la luna”. Puro corazón y amor, también por soleás declamó su pasión antes de conceder al público una revisión de las bulerías ‘María Dolores’, de Antonio El Chaqueta, que no tenía previstas.

Con la guitarra de Paco León y las palmas de Tate y Cepa Núñez, Ezequiel brilló con las dos letras por malagueñas, especialmente la segunda, preludiada por una falseta magnífica del guitarrista. La actuación encaraba su recta final y no faltaron uno de los palos en los que Benítez tiene fama, los fandangos, con su famosa letra de “mala lengua”, para terminar con una ronda de bulerías rápidas y guasonas, como lo fue todavía más el fin de fiesta que culminó la segunda de las siete grandes citas con el Festival.










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