Jacinto Castillo
23:17 • 28 ene. 2012
Al borde de cumplir un siglo, Canito sigue siendo, y lo será para siempre, la referencia de la fotografía taurina. Conocido por sus fotos de la muerte de Manolete en la Plaza de Toros de Linares, la vida de este afable y vitalista personaje ha estado siempre enmarcada en una doble dimensión: la fotografía y los toros.
Francisco Cano sigue trabajando aún, después de haber visto torear a tantos toreros que se hace imposible enumerarlos. Su objetivo no sólo se ha dirigido a lo que ofrecía el ruedo, sino que también ha sabido recoger de manera magistral como se vive el toro en toda su dimensión, dentro y fuera de la plaza. Por eso, el Museo Taurino de Roquetas de Mar ofrece una cuidada selección de sus trabajos que estarán expuestos hasta finales de marzo.
En la inauguración de la muestra, celebrada el pasado jueves, Canito recibió de manos del alcalde Gabriel Amat, una distinción del Ayuntamiento de Roquetas, como reconocimiento a su ingente labor profesional y con motivo del quinto aniversario de este Museo Taurino que alberga el Coso de las Salinas. El querido maestro de la fotografía taurina agradeció este gesto y recordó que una de sus abuelas era de Cantoria, lo que representa para él un vínculo afectivo con la provincia de Almería. Este no ha sido el primer reconocimiento que ha recibido en esta tierra, ya que el Foro Cultural 3 Taurinos, le homenajeó en 2002 concediéndole su insignia de oro.
Primero probó suerte en el ring, donde no se detuvo demasiado tiempo antes de vestirse de luces. Canito fue novillero y, a poco de cortarse la coleta en 1943, se convirtió en el fotógrafo preferido de los toreros de la época. De ahí, en adelante, su presencia en el callejón ha sido una constante a lo largo de casi 70 años de historia del toreo.
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Francisco Cano sigue trabajando aún, después de haber visto torear a tantos toreros que se hace imposible enumerarlos. Su objetivo no sólo se ha dirigido a lo que ofrecía el ruedo, sino que también ha sabido recoger de manera magistral como se vive el toro en toda su dimensión, dentro y fuera de la plaza. Por eso, el Museo Taurino de Roquetas de Mar ofrece una cuidada selección de sus trabajos que estarán expuestos hasta finales de marzo.
En la inauguración de la muestra, celebrada el pasado jueves, Canito recibió de manos del alcalde Gabriel Amat, una distinción del Ayuntamiento de Roquetas, como reconocimiento a su ingente labor profesional y con motivo del quinto aniversario de este Museo Taurino que alberga el Coso de las Salinas. El querido maestro de la fotografía taurina agradeció este gesto y recordó que una de sus abuelas era de Cantoria, lo que representa para él un vínculo afectivo con la provincia de Almería. Este no ha sido el primer reconocimiento que ha recibido en esta tierra, ya que el Foro Cultural 3 Taurinos, le homenajeó en 2002 concediéndole su insignia de oro.
Primero probó suerte en el ring, donde no se detuvo demasiado tiempo antes de vestirse de luces. Canito fue novillero y, a poco de cortarse la coleta en 1943, se convirtió en el fotógrafo preferido de los toreros de la época. De ahí, en adelante, su presencia en el callejón ha sido una constante a lo largo de casi 70 años de historia del toreo.
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