Guillermo Fuertes
22:20 • 07 feb. 2012
“Yo a esto le dedico la vida”, dice Pepe Moreno, y su tono recalca la frase mientras pasea la mirada por la enorme nave repleta de coches, motos, piezas, ruedas... “Recuperar cada coche de estos lleva mucho, muchísimo tiempo y trabajo. Aquí todo es original, cada motor, cada volante, llanta, pieza... Cada detalle ha sido rescatado y reparado personalmente”.
Abre los brazos y sonríe: “Sin embargo, sarna con gusto...”. Pero ¿qué tienen estos coches clásicos para haberse convertido en una pasión tan profunda? Pepe se encoge de hombros: “Es que no lo sé... Tienen eso antiguo, el estar hechos a mano. Hoy es todo de usar y tirar, de plástico, un coche de ahora imagino que será irrecuperable cuando le pasen 40 años. Pero estos, cuando se restauran, lo mismo duran otros cien años...”.
Todos hemos visto la casa de Pepe Moreno, junto a la redonda que conduce hacia Dalías y Berja desde El Ejido, con su fachada barroca, un coche y una moto en lo alto de un pedestal, e incluso una pieza de artillería. Lo que pocos imaginan es lo que hay dentro.
Tan pronto se franquea la puerta, se abre a la vista una enorme nave en la que se guarda una impresionante colección de unos 50 automóviles y alrededor de 60 motocicletas clásicas, además de innumerables piezas de todo tipo. Y eso es sólo el comienzo. En los tres pisos de la nave Pepe colecciona de todo lo que encuentra en sus pesquisas y viajes.
Máquinas de coser, de escribir, aperos de labranza, aparatos de radio, de televisión, de teléfono, una máquina de vapor de 1885, una antigua bodega con una prensa de vino de 1850, bicicletas centenarias... Tesoros de todo tipo que guardan el aroma de un tiempo en que el ser humano mantenía una relación mucho mas cercana y duradera con sus objetos. Maravillas técnicas que solucionaban problemas reales a base de ingenio y destreza mecánica.
Una pasión de toda la vida
Pepe nació en 1952 en Murtas, en la Alpujarra granadina, pero a los 12 años su familia se vino a Adra. Con el tiempo se casó en El Ejido con María José lópez Callejón, han tenido dos hijos, y ya toda su vida la tiene allí. Aunque ha trabajado en muchas cosas, incluso en el campo, durante 27 años se dedicó a su taller de chapa y pintura, que ya quitó. “Tengo uno pequeño aquí, para mis coches antiguos”, dice.
El amor por las cosas antiguas le viene de siempre. “Desde que nací”, dice, intentando recordar una fecha más precisa. “Pero luego, a raíz de que he estado tratando con los coches y demás, ya me ha ido gustando coleccionar. Sobre los 35 años llevo ya”.
El primer coche que restauró fue un Adler Triumph Junior de 1932, similar al que ha puesto en alto en la puerta de su casa. “Por eso está ahí, mas la moto porque fue de mi suegro y una bicicleta porque fue la primera que compré, cuando estaba trabajando en Roquetas en el año 63”, explica.
Poco a poco, coche a coche, pieza a pieza, ha ido montando una de las colecciones más importantes del país. “De Andalucía, seguro”, dice, convencido, José Juan Soria, presidente del Club de Vehículos Antiguos de Almería y amigo de muchos años de Pepe. “He visto nacer y crecer su colección, y de las privadas, por las piezas que tiene, es difícil de igualar”.
Pepe ha estado en toda España, en América, en Alemania, Inglaterra, Italia, Francia, y ha salido en revistas y televisiones de varios países “Hasta Checoslovaquia”, sonríe. “Tengo muchos contactos, y a través de ellos me entero, voy a verlos... Siempre estoy mirando, en ferias...”, dice, y enseña como ejemplo el magnífico American La France de 1915, un carro de bomberos original que se ha traido de Nueva York, tras mil papeleos.
Sobre el futuro de la colección, Pepe tiene las ideas claras: “Lo que me gustaría es que algún día se le diera una forma como para que la gente pudiera verlo. Creo que merece la pena visitarlo. Tengo pensado incluso cómo organizar el espacio. Pero claro, hay que organizarlo, catalogarlo, explicarlo, y eso es un trabajo que hay que saber hacer, en el que necesito ayuda. Sólo me haría falta que el
Abre los brazos y sonríe: “Sin embargo, sarna con gusto...”. Pero ¿qué tienen estos coches clásicos para haberse convertido en una pasión tan profunda? Pepe se encoge de hombros: “Es que no lo sé... Tienen eso antiguo, el estar hechos a mano. Hoy es todo de usar y tirar, de plástico, un coche de ahora imagino que será irrecuperable cuando le pasen 40 años. Pero estos, cuando se restauran, lo mismo duran otros cien años...”.
Todos hemos visto la casa de Pepe Moreno, junto a la redonda que conduce hacia Dalías y Berja desde El Ejido, con su fachada barroca, un coche y una moto en lo alto de un pedestal, e incluso una pieza de artillería. Lo que pocos imaginan es lo que hay dentro.
Tan pronto se franquea la puerta, se abre a la vista una enorme nave en la que se guarda una impresionante colección de unos 50 automóviles y alrededor de 60 motocicletas clásicas, además de innumerables piezas de todo tipo. Y eso es sólo el comienzo. En los tres pisos de la nave Pepe colecciona de todo lo que encuentra en sus pesquisas y viajes.
Máquinas de coser, de escribir, aperos de labranza, aparatos de radio, de televisión, de teléfono, una máquina de vapor de 1885, una antigua bodega con una prensa de vino de 1850, bicicletas centenarias... Tesoros de todo tipo que guardan el aroma de un tiempo en que el ser humano mantenía una relación mucho mas cercana y duradera con sus objetos. Maravillas técnicas que solucionaban problemas reales a base de ingenio y destreza mecánica.
Una pasión de toda la vida
Pepe nació en 1952 en Murtas, en la Alpujarra granadina, pero a los 12 años su familia se vino a Adra. Con el tiempo se casó en El Ejido con María José lópez Callejón, han tenido dos hijos, y ya toda su vida la tiene allí. Aunque ha trabajado en muchas cosas, incluso en el campo, durante 27 años se dedicó a su taller de chapa y pintura, que ya quitó. “Tengo uno pequeño aquí, para mis coches antiguos”, dice.
El amor por las cosas antiguas le viene de siempre. “Desde que nací”, dice, intentando recordar una fecha más precisa. “Pero luego, a raíz de que he estado tratando con los coches y demás, ya me ha ido gustando coleccionar. Sobre los 35 años llevo ya”.
El primer coche que restauró fue un Adler Triumph Junior de 1932, similar al que ha puesto en alto en la puerta de su casa. “Por eso está ahí, mas la moto porque fue de mi suegro y una bicicleta porque fue la primera que compré, cuando estaba trabajando en Roquetas en el año 63”, explica.
Poco a poco, coche a coche, pieza a pieza, ha ido montando una de las colecciones más importantes del país. “De Andalucía, seguro”, dice, convencido, José Juan Soria, presidente del Club de Vehículos Antiguos de Almería y amigo de muchos años de Pepe. “He visto nacer y crecer su colección, y de las privadas, por las piezas que tiene, es difícil de igualar”.
Pepe ha estado en toda España, en América, en Alemania, Inglaterra, Italia, Francia, y ha salido en revistas y televisiones de varios países “Hasta Checoslovaquia”, sonríe. “Tengo muchos contactos, y a través de ellos me entero, voy a verlos... Siempre estoy mirando, en ferias...”, dice, y enseña como ejemplo el magnífico American La France de 1915, un carro de bomberos original que se ha traido de Nueva York, tras mil papeleos.
Sobre el futuro de la colección, Pepe tiene las ideas claras: “Lo que me gustaría es que algún día se le diera una forma como para que la gente pudiera verlo. Creo que merece la pena visitarlo. Tengo pensado incluso cómo organizar el espacio. Pero claro, hay que organizarlo, catalogarlo, explicarlo, y eso es un trabajo que hay que saber hacer, en el que necesito ayuda. Sólo me haría falta que el
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