Quien conoce sus trayectorias artísticas ya lo sabía. Si al baile repleto de fuerza, precisión y desbordante energía de Rocío Garrido se le suma la creatividad, la emotividad y la plasticidad de los espectáculos dirigidos y coreografiados por Eduardo Leal, el resultado no podía ser otro que un aplastante alarde de belleza flamenca en su máxima expresión. El Auditorio Municipal Maestro Padilla recibió anoche el estreno absoluto del espectáculo ‘De tus alas, mi raíz’, enmarcado dentro de la programación trimestral de primavera del Área de Cultura y Educación del Ayuntamiento de Almería, en este caso con la colaboración añadida de la Diputación Provincial, que llevará esta creación a varios puntos de la provincia en próximos meses.
Con un cuadro flamenco vestido de riguroso negro, con Edu García, Cristo Heredia y Antonio ‘El Genial’ al cante, David Caro a la guitarra y dirección musical, y Jonhy Cortés a la percusión, tan familiar ya para el espectador como solvente e infalible en su ejecución, la velada comenzó con Rocío Garrido, vestida por María Peña, en contraste, con un rojo pasión arrebatador en el baile de bulerías a compás de palmas y voces, sin cante. Un bello arranque que poco a poco viró a una suerte de fandangos romanceados de vieja usanza, que aportaron la accesibilidad necesaria a un, desde el primer número, derroche absoluto de entrega y potencia.
Si una letra terminaba con referencias a la Alcazaba, la siguiente haría honores al taranto del Reino de Almería, con un Edu García que tomó el protagonismo, en su salsa, con una suerte de rumbas como ‘La Esperanza de Volar’, muy propio el título, de Diego El Cigala. No es habitual encontrarse a la rumba en espectáculos de baile flamenco pero Rocío Garrido elevó la categoría de la canción festera con juegos en diálogo con el cantaor y con la silla utilizada como recurso escénico hasta su abandono final, de lado a lado del escenario.
De la fiesta a la sobriedad, con unas tonás sin guitarra, templadas por seguiriyas, los tres cantaores entonaron con grandeza el cante cabal para preludiar la nueva entrada de Rocío Garrido, vestida de sobrio gris y pantalón y torera con algunos detalles goyescos. Un baile con detalles más contemporáneos, como también lo hacía al aporte de saxo y flauta del invitado de lujo Sergio de Lope.
Eduardo Leal haría su aparición en escena para ofrecer un número solista muy similar al que sorprendió y triunfó en la gala del 25 aniversario de Indanza, celebrada el pasado mes de diciembre, en esta ocasión cambiando el mantón amarillo por uno de color azul cielo. Con un crescendo musical auspiciado por una gran percusión, Rocío Garrido entraría al final para compartir mantón en intercambios más cercanos a la danza española y con un cante por vidalita a cargo de Cristo Heredia y una coda magistral de David Caro a la guitarra, muy inspirado toda la noche.
Era el momento del cierre y director y protagonista eligieron hacerlo con una tanda de soleás. Garrido apareció en escena con bata de cola negra de López de Santos, simulando en el arranque el batir de alas de un pájaro y, entonces, llegaría uno de esos efectismos que tanto gustan a Leal, el telón de fondo se alzó para que, como si de un símil de entrega artística se tratara, se vieran ‘las entrañas’ del Auditorio con múltiples escaleras, las cajas metálicas, percheros, pértigas y otros aperos propios de las bambalinas de un escenario. Un recurso que aumentaría emociones al soltar poco a poco los telones laterales hasta quedar el escenario completamente entregado.
Una ovación cerrada a todo el elenco reconocía el mérito de una gran propuesta a todos los niveles que, a buen seguro, seguirá conquistando espectadores en sus próximas convocatorias.
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