La Unidad se hace más grande y el barrio se le queda pequeño

La Unidad se hace más grande y el barrio se le queda pequeño

Manuel Morales
01:00 • 01 abr. 2012
La Unidad del Barrio de Piedras Redondas demostró con una perfecta organización y orden, tanto en la preparación del cortejo penitencial en el interior del templo de San Ignacio de Loyola, como durante todo el recorrido por las calles de su barrio que, de alguna manera, ya se le queda pequeño. La Unidad se ha hecho grande poco a poco y con mucha humildad y está sobradamente preparada para acudir al centro y a la Carrera Oficial, si así lo decidiera la Junta de Gobierno.

Antes de la hora prevista el cortejo estaba perfectamente ordenado y listo para salir a la calle. Aprovechó la ocasión el consiliario Juan Feli, para hacer una reflexión acerca del sentido de la estación de penitencia e invitó a los cofrades a peregrinar por las calles del barrio en oración por los más desfavorecidos, enfermos y parados, así como a participar durante esta semana en la celebración de los oficios y cultos que se lleven a cabo en la parroquia.

Por su parte, el hermano Mayor Adrián Martínez dirigió unas palabras a los cofrades, animándoles a participar en la estación de penitencia con orden y recogimiento.

Enseguida comenzó a salir la cruz guía a la calle, seguida de nazarenos y del estandarte, mientras que el hermano mayor invitaba a Dolores Gutiérrez a hacer la primera llamada por su esposo fallecido, Francisco Murcia, conocido por todos como ‘Tite Paco’, que era mayordomo de la Unidad y un gran impulsor de la misma. Con motivo de su fallecimiento la Virgen lucía un lazo negro en su palio.

Enseguida, Adrián Martínez, capataz y hermano mayor, llamaba a su cuadrilla para iniciar la maniobra de giro y salida del templo, mientras que la Banda de Música Los Iris de Instinción, dirigida por Felipe Berenguel, interpretaban ‘Madrugá de canela y clavo’, a cuyas notas los costaleros mecían y mimaban a la Señora de La Unidad, para reencontrarse con su gente, con sus vecinos que la quieren y veneran durante todo el año.

Mientras la cuadrilla descansaba unos minutos en el umbral de la Iglesia, Manuel Barrios, acompañado de su guitarra le cantó a la Virgen un tema de composición propia dedicado a la Unidad, que emocionó a muchos de los presentes. Al terminar comenzó a sonar el himno nacional mientras el paso avanzaba lentamente, ya definitivamente a la calle, entre la música de Los Iris, los aplaúsos de los asistentes, y los vitores y gritos de ¡guapa, guapa, guapa! y ¡bonita, bonita y bonita¡. Pero el paso no avanzaba. Enseguida sonó la primera saeta de un cofrade emocionado, Juan José Montoya, con la letra dedicada a su Virgen. Después, cantó Ana Mar García, antes de continuar.






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