“Es precioso saber que un personaje tuyo le ha cambiado la vida a alguien”

Gran parte de su verano ha transcurrido en otro tiempo. Es lo que tiene ser actriz: cambias de siglo como de chaqueta. Y a Aria Bedmar (Almería, 1994) le sienta muy bien viajar al pasado. “La época es mi casa”, cuenta a LA VOZ horas antes de terminar el rodaje de ‘Operación Barrio Inglés’, serie de espías, aventuras y romances en la Huelva de 1940 para el ‘prime time’ de La 1. Ella es la protagonista, al igual que en ‘Hermana Muerte’, precuela de ‘Verónica’ también dirigida por Paco Plaza, que abrirá en octubre Sitges. En su trayectoria, desde que dejó Aguadulce a los 19 años, series como ‘Acacias 38’, ‘La caza. Monteperdido’, ‘Los herederos de la tierra’ y ‘El silencio’.

Se ha pasado varios meses en 1940. ¿Cómo lleva regresar?

Por mi físico me sale muchísimo trabajo de época, por lo que tengo costumbre de escuchar ‘acción’ y aparecer en un contexto diferente. ‘Operación Barrio Inglés’ se sitúa al inicio de la II Guerra Mundial cuando se vivía en constante estado de alarma, así que volver a la tranquilidad tiene algo de liberador.

Dice que su papel de Lucía en esta serie es un regalo.
Absolutamente. Es un personaje ficticio, pero representa una realidad que ocurrió. Lucía es una mujer luchadora que no se deja vencer por el obstáculo, la dificultad o el miedo. Tiene que adaptarse al contexto histórico y desde su posición, su conocimiento y sus armas enfrentarse a situaciones de vida o muerte. 

Se sentiría a lo Ingrid Bergman en ‘Casablanca’.
Para el proceso de creación de un personaje siempre es recomendable ver otros trabajos. Una de las películas que me inspiró fue ‘Aliados’, con Marion Cotillard y Brad Pitt. También Ingrid Bergman en ‘Casablanca’, claro. Mujeres que luchaban por sus ideales, por su educación, que no tenían más opción que salir adelante o conformarse en ser mujeres florero.  

Cuántas mujeres anónimas cambiaron el mundo. 

Mujeres reales que con gestos pequeños o con una vida entregada llegaron a cambiar el curso de la historia. Tanto con sus acciones como por no aceptar ciertas cosas y querer algo mejor. Es un lujo contar historias así. 

En octubre estrena ‘Hermana Muerte’, lo nuevo de Paco Plaza, un grande de nuestro cine de terror, y en un festival mítico como es Sitges.

Sí (sonríe, como si no se lo terminara de creer).

Impresiona el escenario. Y luego la veremos en Netflix. 

La rodé el verano pasado. Soy muy miedica, así que hice el casting pensando que no me iban a coger, porque en esa época recibía más noes que síes. Que me dieran el papel me asustó, pensé que en qué momento se me ocurrió presentarme a una de terror. Cuando conocí a Paco se lo conté y él me tranquilizó: “Tu personaje no sabe que está en una película de miedo”, dijo. Y eso fue como un mantra.

¿Disfrutó?

Muchísimo. El miedo lo recibe el espectador porque no sabe lo que va a pasar; tú solo tienes que vivir el arco del personaje y trabajar para que la sorpresa sea efectiva. Ha sido un rodaje maravilloso a todos los niveles. Me hicieron sentir querida, valorada, cuidada. Sin haberla visto aún, creo que es mi mejor trabajo. A lo mejor dentro de diez años tengo otro, no pasaría nada, pero sé que ‘Hermana Muerte’ quedará entre los cinco mejores el resto de mi vida.

La película es una precuela de 'Verónica', donde ya aparecía la monja ciega que usted encarna aquí. ¿La había visto antes?

Qué va, qué va, soy muy persona muy miedica, consumo cero cine de terror. Vi 'Verónica' para ver cómo trabajaba el director, la actriz (Sandra Escacena), ver el contexto en que me iba a mover. La vi en mi casa, con todas las luces encendidas y las persianas subidas. Tenía miedo de pasarlo mal pero Paco es un maestro en lo suyo. El terror pasa a un segundo plano: al final es el viaje emocional de una adolescente que tiene miedo a crecer y tiene que tomar decisiones de adulto. 

Tanto en 'Operación Barrio Inglés' como en 'Hermana Muerte' es la protagonista. ¿Abruma?

Quizás un poco antes al inicio de 'Hermana Muerte' porque nunca había hecho un protagónico profesional. De los ocho a los dieciocho años estuve haciendo teatro en la Escuela de Roquetas y solía ser la protagonista o hacer papeles de peso. Es verdad que ahí te veían tus padres, la familia, pero se asientan las bases de lo que eres capaz de manejar de adulta. Es la primera vez que me enfrento a algo tan potente, pero como desde pequeñita he tenido esa responsabilidad. La presión viene de saber que si tú fallas, el rodaje entero falla, porque como protagonista no puedes fallar. Siento más eso que lo que luego la gente vaya a decir cuando vea mi trabajo.

Es exigente.

Hay gente que creo que tiene un foco ciertamente equivocado de esta profesión, que piensa que el objetivo es tener más seguidores en Instagram o que te conozcan por la calle. Para mí enfocarse en eso es un error. Lo que cuenta es que seas capaz de sacar esa secuencia que tienes a las cinco y media de la mañana, cuando estás muy cansada y te quieres ir a dormir, y todo el equipo igual, y tienes que rodar una secuencia emocionalmente complicada. Ahí es cuando viene la presión, cuando se sabe si tienes las herramientas para enfrentar un papel protagonista.

En ‘Acacias 38’, su personaje de Camino tuvo una gran repercusión por su romance con el de Maite. Hasta TVE continuó la historia con el pódcast ‘Maitino’.

Mantengo una amistad preciosa con la actriz que hacía de Maite, Ylenia Baglietto. La historia de estas dos chicas fue muy bonita de rodar, y muy sufrida. Aún hoy me llegan mensajes de personas agradecidas, o que vivieron situaciones parecidas y no dieron el paso por miedo. Saber que un personaje tuyo le ha cambiado la vida a alguien, que tu trabajo como actriz puede remover sentimientos, es precioso. No está pagado.  

La visibilidad importa. 

Decidí que como actriz no iba a mentir jamás sobre quién soy y que no permitiría que nadie me censurara. He tenido una relación con una mujer durante muchos años, muy formal. Nos casamos y aunque ya estoy separada nos llevamos maravillosamente bien. No he vivido una homofobia activa, pero sí el rechazo, la miradita. Soy una actriz que soy capaz de hacer equis papeles; soy bailarina, capaz de hacer equis coreografías. Y punto. Lo que soy no tiene que importar a nadie, lo comparto porque me quiero sentir libre de hacerlo, de decirlo y no vivir encerrada en ningún lugar. 

Al elegir este oficio, ¿qué dijeron en casa?

Fui una apisonadora y no tuvieron más remedio que aceptarlo (ríe). Hay un miedo paternal, maternal, y es lógico: es una profesión muy inestable. Pero siempre me han apoyado mucho. Por fortuna, ya tengo una experiencia que me avala y una cadencia de trabajos como para no pensar en una segunda profesión. Pero he puesto copas, he vendido perfumes, he doblado camisetas,... y lo seguiría haciendo con tal de llevar la vida que llevo. 

Se define como “almeriense de nacimiento y corazón”.

Aguadulce, mi colegio, mi instituto, la Escuela de Teatro de El Parador, mis amigos de Almería... Son las bases de la persona que soy. Y tengo el nombre de Almería tatuado en árabe justo debajo del pecho izquierdo, cerca del corazón. 

Le gusta tanto Almería que su primer libro, 'Mensis. Cambio de mareas', finalista del Premio de Novela Ateneo Joven de Sevilla, está ambientado en una localidad ficticia de nuestra provincia. 

Así es. En pandemia me aburría y me puse manos la obra, sin ninguna expectativa ni otra intención que no fuera ocupar el tiempo.  Y de repente la historia fue tomando sentido, siendo un poquito más redonda. Decidí presentarla a algún concurso y ahí está, con ese puesto finalista. Tenía claro que era una historia que tenía que ubicarse en Almería. Aunque es un pueblo ficticio, aparecen localizaciones reales. Es muy especial y muy bonito poder hablar de nuestra tierra en una novela.

¿Habrá un segundo libro?

Sí, sí, ya está empezado. Después de terminar de rodar 'Operación Barrio Inglés' tengo unos poquitos días de descanso y enseguida engancho con la siguiente serie. Pero quiero retomarlo. Con cero pretensión, solo porque me encanta y me divierte muchísimo. Será una segunda parte de 'Mensis' que puede dar mucho juego, y quizás haya hasta una tercera. Y después puede que escriba una historia completamente diferente. He descubierto que me encanta escribir.

Si pudiera rodar en Almería, de cualquier género y en cualquier escenario, ¿qué elegiría?

Nunca lo había pensado. Intentaría huir un poco del Desierto de Tabernas, que nos ha dado mucho, sobre todo para el wéstern, pero está más visto. Aquí tenemos bosque, nieve... Creo que elegiría Mónsul o Genoveses para contar algo un poco costumbrista, el viaje emocional de alguien que deja una vida estresante en Madrid o Barcelona y se va a vivir a San José, casi como de retiro espiritual. 

Nunca ha trabajado en su tierra.

No. Es algo que me encantaría y me haría muchísima ilusión. Hay muchos proyectos y estamos en un momento profesional buenísimo, así que tengo la esperanza de que en algún momento ocurra el milagro.

¿Qué es lo próximo?

Esa serie de la que aún no puedo contar nada y el estreno de 'Hermana Muerte' como apertura de Sitges el 5 de octubre. Y la segunda parte de 'Mensis'. También sigo trabajando como bailarina con un grupo que se llama Megara. Estuvimos en el Benidorm Fest el año pasado y estamos trabajando otra propuesta para volver a presentarnos. Están dando muchos conciertos, así que entre unas cosas y otras no paro.

Le iba a decir que ojalá la vea en los Goya, pero a este paso quizás la vea antes en Eurovisión.

(Ríe) Ojalá, ojalá llegásemos a Eurovisión. Lo de los Goya es otra cosa que me dice mucha gente. Más allá de ganar uno o un TP, que por supuesto sería maravilloso si llegara ese momento, lo que lo único que quiero es vivir de esto toda la vida, poder decir que mi única fuente de ingresos es mi faceta artística. Si consigo eso, seré la persona más feliz del mundo.