El centro vivió sus hogueras de San Juan anticipadas. No había llamas en la ciudad pero si mucho calor y energía de la gente. Si se hubiera encendido algun fuego, allí hubiera ido a parar la prima esa de Alemania. Ni el FMI ni el Bundesbank hubieran podido recortar el viernes tanta ganas y así Almería volvió a ser una capital.
“Adiós crisis, no podrás conmigo” dijeron la noche del viernes miles de almerienses que pasearon por el centro,visitaron monumentos y disfrutaron de espectáculos en la calle, disipando así la angustia diaria del dramatismo periodístico. El motivo se llamaba “La noche en blanco”, una iniciativa de Almería Centro, asociación de comerciantes del centro, que estaba apoyada por el Ayuntamiento, quien organizó la mayoría de las actividades. La Junta de Andalucía colaboró también abriendo y facilitando personal para lugares bajo su gestión como La Alcazaba o el Museo Arqueológico. Y esta casa, La Voz de Almería y Cadena Dial, también apoyaron el evento.
Pero lo que era una iniciativa a imagen y semejanza de otras ciudades se tornó en una explosión de alegría urbana. El Paseo cortado al tránsito rodado fue el eje de tanta vida con la Puerta de Purchena como epicentro. Los incautos que se adentraron en sus vehículos recibieron lo suyo de reloj. Todos los lugares, todas las citas estaban a reventar y casi todas al mismo tiempo. No se puede decir que gustara más el desfile de moda que los conciertos o las representaciones infantiles porque todo estaba lleno por igual. Las visitas guiadas tuvieron mucho éxito y Maribel García, la coodinara se empleó a fondo con todas sus monitoras habituales. Visitas que llegaron hasta rincones más alejados como La Alcazaba, la muralla del parque Nicolás Salmerón o el Museo Arqueológico. Hubo cierto desconocimiento por parte de la gente de la necesidad de apuntarse a las visitas. Pero en algunos casos se pasó la mano, especialmente para la Casa de las Mariposas. La cola era continua para subir a lo alto y doblaba la curviesquina a las una de la madrugada. Para este caso se aplicó el sentido común y se pasó la mano.
Ni en plena feria se recuerda tanta gente por la calle, lo más parecido fue en los Juegos de 2005. La iniciativa sobrepasó todo lo previsto, incluidos los hosteleros, que alegres lamentaban que no se repitiera esto más a menudo. Las terrazas no dejaban hueco alguno y los camareros volaban de un lado a otro con los pedidos.
En una noche tan especial no hubo ningun incidente pero no hubiera estado de más la presencia de más policías, tanto locales como nacionales. Tampoco se vio ningún dispositivo de Protección Civil, ni sanitarios portátiles.
La mayoría de los almerienses llegaron al lugar con una idea fija: ver este concierto, este espectáculo o participar en esta otra ruta guiada pero luego se dejarían llevar por el aire de fiesta. Este tocaba a los espíritus de todas las edades, niños, jóvenes y adultos, de todos los barrios y poblaciones cercanas. Pasada la medianoche, el dramatismo y angustia de este país, de esta ciudad volaron en las decenas de globos japoneses que se elevaron sobre la Plaza Vieja en esta noche en la que reventó la alegría.
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