César Armando Aguilera Bugueño tiene 48 años y es “chileno de corazón” y de nacimiento. Lleva casi 10 años en España y en Almería trabaja de camarero en el bar Barea. Tres meses estuvo en Madrid, pero cuando conoció Almería, se enamoró de ella y aquí se quedó. Él en Chile vivía en Valparaíso, una zona de costa, “preciosa, con un bonito mar”, pero los atardeceres y amaneceres de Almería lo tienen “enamorado”.
A través de algunos amigos que lo invitaron a salir a hacer fotografía, comenzó su aventura con los amaneceres y atardeceres almerienses. Al principio con una cámara muy pequeñita, de unos 60 euros, recorriendo el Cabo de Gata, Los Escullos... “A veces me daba vergüenza, porque ellos llevaban unas cámaras estupendas, pero me esmeré mucho y me salieron algunas cosas muy bonitas”, cuenta, orgulloso de sí mismo. Tiene una página de fotógrafo amateur y, a través de Facebook, difunde sus imágenes para que sus amigos en Chile vean lo que él a través del objetivo y también sus amigos de Almería. “Se quedan más bien impresionados, hay muchos comentarios de gente de Almería, que pregunta que si estoy seguro de que sea Almería. Es más, ha venido gente de mi país motivada por conocer Almería a raíz de mis fotos”, explica este chileno que se ha convertido en un pequeño embajador de la provincia para sus compatriotas.
Él relata que en su país lo que más se conoce de España es Madrid, Barcelona o Valencia, “más allá no se conoce nada”. “Así que yo les muestro la belleza que hay acá, los preciosos rincones de la capital, la zona del levante y de Las Alpujarras, que también me encanta”. A ello se dedica por las tardes, cuando sale del trabajo. “Dedico dos o tres horas a hacer fotografías, buscando el mejor momento, la mejor luz... Ahora ya tengo una cámara decente que me permite hacer más cosas, pero mantengo la otra, no la tiro, es una reliquia para mí. No soy fotógrafo pero me gusta encontrar los rincones de Almería”, cuenta.
Asegura que ha mandado algunas de sus fotografías a su país como si fuesen postales. “En lugar de comprar alguna, que era lo que hacía antes, ahora les envío mis fotos. Las imprimo, las escribo y las mando”. Para él, los colores del atardecer son “impresionantes”. Se sube a los “terrados” de carretera de Ronda a hacer fotos y busca lugares altos para captar sus imágenes; también se recorre la ciudad a pie buscando captar el instante en el que la despedida del sol da al cielo una especial tonalidad que convierte en mágicas las fuentes, los jardines e, incluso, las rotondas. “El domingo me voy a hacer fotos, cojo el autobús y voy a un sitio u otro y no me importa dormir menos. Es una pasión”. Y gracias a ella, ha logrado imágenes diferentes de la Alcazaba, el parque Nicolás Salmerón, la puerta del IES Alhamilla que se conserva en una rotonda, Los Escullos, la Estación del tren de la capital, la fuente de la parte alta de la Rambla, la tranquilidad del mar, el cable inglés, ...
Vive con su madre y su hermano en Almería. “Tal y como está la situación no me puedo quejar. Muchos compatriotas se han vuelto, porque ahora la situación está mejor allá que acá en asuntos laborales, aunque los sueldos son peores. Yo mientras pueda, me quedaré aquí”, sentencia.
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