Para hablar de pintura, Garren recibe en su estudio, al pie de su caballete y con la paleta llena de colores frescos. El sol entra por las ventanas con vistas al mar, y el encuentro deriva de forma natural hacia una reflexión sobre el arte.
¿Cómo define esta exposición?
El título genérico de la exposición, ‘Retazos de una vida’, si profundizas, lo dice todo. Son retazos de tantas ciudades, países, que he recorrido y que han influido mucho en mi vida personal, y sobre todo en mi obra. Son retazos que he ido recopilando durante 50 años...
¿Expone obra nueva?
Son 31 lienzos, todos obra nueva y pensando en Almería. Cada vez que expongo aquí siento una gran responsabilidad. No me pasa en ningún otro lugar, tengo ya los nervios en el estómago... Fíjate, después de no sé si 400 o 500 exposiciones en mi vida, me siento como el maletilla que va a salir por primera vez a torear.
¿Por qué?
No sé... Yo estoy conforme con mi obra, porque si no me dedicaría a otra cosa, claro, pero está esa responsabilidad con la gente que me conoce, que me sigue, mi familia, mis amigos...
¿Cómo plantea sus exposiciones?
Todas son vivencias mías. En mi obra siempre quiero reflejar sentimientos, y lo hago inconscientemente. Todo lo que hago o he vivido, lo que tengo metido dentro de mí, lo expulso fuera con el pincel. En esta ocasión incluso me he atrevido a... (sonríe y muestra el caballete) Es la primera vez que hago algo de Almería. Es una Alcazaba con el puerto debajo, y estoy muy contento con esa obra, que también se expone.
¿Cómo se enfrenta usted al lienzo en blanco?
Cuando llego a él, lo que quiero lo tengo ya en mi mente. No tengo ningún cuadro a medias porque, mientras no sale lo que he visto, yo voy a estar dando brochazos. Y como lo que cuento son vivencias de mi vida, pues me sale bordado.
Claro.
Oigo una música, una conversación, y me digo: “Esto lo voy a hacer”. Y hago un cuadro de Granada sin estar allí, con mis vivencias y apuntes, pero cuando lo estoy pintando aquí, estoy allí y recuerdo las sensaciones, que el verde estaba mojado, la luz...
La sensación del momento, el lugar.
Como sabes, yo soy autodidacta. Lo mucho o poco que soy ha llegado currándomelo yo mismo. He leído mucho, y sobre todo, he visto mucha pintura en el mundo entero. Eso te hace ver lo que tú quieres hacer. Si tú miras mi paleta, lo que tengo es óleo, pincel y una espátula. Ni pigmentos, ni lo aclaro...
Es cierto.
Nada de nada. Es lo que yo hago, la pintura pura como sale del bote. Esa es la fuerza que quizá tienen mis cuadros. Yo difumino, busco un detalle cálido en un paisaje frio, por ejemplo, o al contrario... Pero son cosas del momento, de la emoción. Cosas que ni yo mismo podría repetir luego. Cuando tú coges con la espátula varios colores y los pones en el lienzo, eso no lo puedes repetir... Entonces es cuando estás creando.
Entonces, ¿qué es crear?
Crear es manchar, ver los relieves... ¿Sabes cuál ha sido mi escuela? Pintar mucho, y comparar luego. Conforme van pasando los años, la gente me dice: “Eres el mismo, pero qué cambio”. Yo no lo noto, pero cuando veo un cuadro de hace 40 años y uno actual, no tienen nada que ver. Pero esas son cosas que tienen que venir. La vida influye, cómo cambia tu manera de ser, de estar, el ambiente, el momento para coger un pincel. Hay días que no puedo pintar, y otros que no puedo
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