Anita, la última bruja con bola de cristal del barrio. Antonio, el cura del manicomio que una vez arregló un reloj y medio Pechina le llevó el suyo. Don José ‘el del asilo’, que daba propinas a los niños a cambio un paquete de tabaco y enarbolaba la bandera de la República estando Franco todavía vivo. Pepe ‘el cabeza’, guía de los marineros ingleses por las tabernas y las casas de citas de una Almería perdida. El barrio de las Perchas, que estaba maldito, donde las mujeres de la vida eran capaces de despachar a diez soldados en media hora.
Eduardo D. Vicente evocó anoche a algunos de estos personajes olvidados y de lugares desaparecidos en la presentación de su segundo libro, ‘Almería, almas de barrio’, que tuvo lugar en un Teatro Apolo que registró lleno absoluto.
Sentado sobre un taburete con el escenario a media luz y música de fondo, al más puro estilo de ese Joan Manuel Serrat al que tanto admira, el periodista hilvanó un puñado de las historias de este volumen que, editado por LA VOZ, puede comprarse desde hoy en los quioscos por sólo doce euros.
La publicación reúne buena parte de los reportajes que el almeriense publica a diario en la contraportada de este periódico y también otros inéditos, en la línea de su primera obra, titulada ‘Memoria compartida’. Vicente bromeó diciendo que la fama es muy peligrosa, ya que el año pasado dio a conocer su trabajo en una silla y éste se ha subido a un asiento más alto. “Entonces iba en mangas de camisa y ahora hasta luzco chaqueta”, expresó.
“Quiero dedicar este libro a los amigos de mi calle, a la gente de una generación que jugaba en la Plaza de la Catedral y burlaba al sacristán. Gente que pasamos de las charlas de los curas a las revistas del destape. Aquella generación de niños que no sabíamos si estábamos en la dictadura, la transición o la democracia. Gente que era feliz en la calle, en plena la libertad, cuando estar en casa era un sacrifio. A todos os dedico este libro”, confesó el autor, por fin emocionado y con la voz rota después del tono socarrón que logró mantener toda la velada.
Eduardo D. Vicente estuvo acompañado en la mesa por el escritor Miguel Naveros y el arquitecto Ramón de Torres. Por su parte, el periodista de la SER y LA VOZ Alfredo Casas actuó como mantenedor del acto y consiguió conferir a la presentación un cariz cercano.
Una novela coral
Naveros, antiguo subdirector de este periódico, explicó el origen de estos libros y de las contraportadas. “Tienen su germen en una página llamada ‘Fragmentos de lo cotidiano’ que sacábamos cada fin de semana. Siempre creí que aquellos pies de fotos tan largos eran las piezas para una novela coral, el coro de la pobre gente que las pasó canutas. Los locos, los que se veían obligados a colarse en los toros, los que tenían que robar para comer, los que iban por los burdeles. Citando a Machado, estas fotos son un ayer que empieza a ser todavía”, indicó en referencia a la proyección de instantáneas antiguas que abrió el encuentro.
Arqueología de la memoria
Ramón de Torres subrayó cómo el autor de ‘Almas de barrios’ retrata en sus textos “valores esenciales que se descubren en la vida compartida”. “Tus historias son paisajes de la memoria, arqueología de la memoria, en los que das voz a aquellos que jamás han tenido protagonismo en los medios de comunicación”, dijo.
El escritor quiso, una vez más, dar protagonismo a sus
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