Hernán Cortés llegó a América con dos titiriteros y cuatro músicos. Partiendo de este hecho histórico, la Compañía Claroscuro ha creado ‘Yo soy la locura’, un espectáculo de títeres y música barroca en directo que cuenta una historia de amor, sacrificio y aventuras. La función se representa este viernes 19 de abril, a las 21.30 horas, en el Auditorio Ciudad de Vícar, en el marco de las XXX Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería.
“Manteniendo a esos dos titiriteros y cuatro músicos, nos hemos inventado un séptimo elemento, que sería esa diosa de la locura, interpretada por una soprano. La conquista de México es la excusa para contar una historia de amor”, indica Francisco de Paula Sánchez, alma máter de la compañía y del montaje junto a Julie Vachon.
Fabricados en Québec
Fabricados en Québec (Canadá) por una artesana especializada, los títeres -de unos treinta centímetros- presentan tantas articulaciones como el ser humano y se manipulan a través del palo en torno al que están construidos. “Hacemos teatro negro gracias a un sistema de iluminación muy tenue que nos permite aparecer y desaparecer, de modo que podemos manipularlos sin que el público nos vea”, señala Sánchez en una entrevista a LA VOZ.
La música, protagonista
Una de las peculiaridades de ‘Yo soy la locura’ es que la música es protagonista. “No sólo es una hora de música sin parar, sino que las letras originales complementan el texto que hemos escrito y cuentan la historia”, aclara Francisco de Paula, de raíces almerienses.
Dedicada a la memoria de la cantante Montserrat Figueras -esposa del director de orquesta Jordi Savall-, la propuesta se basa en un repertorio que este matrimonio empezó a rescatar ya en los años 60. “La música barroca española que se va a oír en Vícar es muy distinta a la europea. Su base es puramente folclórica y popular y eso suele ser una sorpresa para la gente”, afirma.
Éste es el primer espectáculo de Claroscuro, compañía fundada en 2010. “El público siempre ha tenido una respuesta mejor que la idea que traía a priori. Porque ‘Yo soy la locura’ va a contracorriente de lo que se suele hacer para un público familiar. De hecho, uno de nuestros objetivos es ofrecer algo distinto. El teatro, con todos los respetos, no se debe convertir ni en un videojuego ni en cine ni en dibujos animados. Los niños de hoy son los espectadores del futuro y hay que exigirles”, concluye.
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