Nueva York en Terque. El pintor Stephen Zeigfinger ha instalado su taller en el pueblo

Nueva York en Terque. El pintor Stephen Zeigfinger ha instalado su taller en el pueblo

Guillermo Fuertes
21:23 • 03 ago. 2013

Stephen Zeigfinger se inclina sobre la cartulina. La pintura todavía discurre y se mezcla formando ríos, figuras fractales y colores nuevos. De pronto toma un bote con un color claro y echa unas gotas en un rincón de la obra, se aleja, observa el conjunto, y vuelve a acercarse para secar brevemente la mixtura con un pedazo de papel. Vuelve a separarse y se ajusta las gafas.


“¿Que por qué estoy aquí, en Terque?”, repite la pregunta que le hemos hecho, y se encoge de hombros. “No lo sé, simplemente este es mi lugar en el mundo. Me encanta estar aquí. Para ser honesto, vine hace unos 30 años y desde el primer momento me enamoré de este lugar”.


Una vida




Stephen aquí es Esteban, como anuncia el cartel que ha colocado en el dintel de su cueva-estudio. Así lo conocen todos: el americano pintor que ya es uno más en el pueblo, donde tiene un cortijo, también tiene casa su hijo, y pasa largas temporadas toda su familia y muchos amigos artistas de varios países.


Cuenta su biografía como un río que inevitablemente tenía que desembocar en estas empinadas cuevas de la sierra almeriense.Stephen es de Nueva York, de 1942. “Mi tia era una artista famosa, pintaba con Pollock, De Kooning, Franz Klein, Rothko...”, relata. “Yo vivía en el Bronx, y no teníamos dinero, así que mi padre y mi madre trabajan. De modo que, en vez de ver televisión, yo iba al apartamento de mi tía y pintaba. Empecé a pintar cuando tenía seis años, así que llevo pintando por 65 años...”.




Fue a la Universidad y se hizo doctor en siquiatría. Hasta los 31 años fui profesor en universidades de Nueva York y California, pero un día lo dejó todo y decidió seguir su verdadera pasión: la pintura. Tuvo estudio en California, en Vermont, en Boston, en Nueva York, incluso en Budapest, donde su pintura ha tenido un éxito rotundo, y tiene acutalmente una galería de arte.


Amigos




En 1981 vino a Aguamarga de vacaciones. Pero no le gustó, y un amigo le dio las llaves de su casa en Terque para que probara. Llegó al pueblo y fue, repite una y otra vez, amor a primera vista y para toda la vida. “Me gusta todo”, dice. “La gente, algunos de mis mejores amigos están aquí; tengo un precioso pedazo de tierra y planto de todo: vegetales, flores, árboles, tenemos un precioso molino...”.


Ahora piensa en crear aquí una comunidad de artistas, pues todos sus amigos quedan encantados. “Es un lugar fantástico para eso”, afirma.



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