El Museo de Almería acoge hoy el estreno del documental sobre Juan Ruiz Miralles

“Tiene una cosa en especial, y es que puede ser un antídoto a lo que hoy está e moda, tanta tecnología...”, dice Juan Ruiz Mirales, levantandose de su asiento. “Y aquí se hace hincapié en lo natural, en la sencillez de la vida, en el proceso creativo de una obra de arte hecha con elementos naturales...”.

Acaba de terminar la proyección del documental ‘La cañada de Andrea (A simple life)’, en el Museo de Almería, y se lo ve satisfecho. Junto a él están su esposa, Dolores Rodríguez García, su hija Lola Miralles, su nieta Marisol Ruiz María, su sobrina Rosi Díaz Ruiz, la delegada de Cultura, Isabel Arévalo, y el director del Museo, Arturo del Pino.

La de la mañana de ayer era una proyección casi privada, para ellos y la prensa, pues el estreno oficial en Almería (y que, casualidades de la vida, coincidirá con la presentación en el Festival de Cine de San Sebastián, nada menos), será hoy, a las 20 horas, en el salón de actos del museo, con entrada libre.

Una obra

‘La cañada de Andrea’ es un documental que merece la pena sentarse a ver. En su hora de metraje el espectador va adentrándose poco a poco, con la calma y la sencillez de la propia vida que describe, en el día a día del pintor almeriense y su esposa en el cortijo del mismo nombre que poseen en Enix.

Allí Miralles, uno de los artistas almerienses más importantes y conocidos de las últimas décadas, tiene su estudio, y en él sigue creando las obras de su etapa actual, “matéricas”, como él mismo las define, en las que ultiliza los materiales que encuentra en este entorno natural.

El documental, precisamente, se centra en el tiempo y el proceso de creación de una de estas obras. El artista y su esposa, junto a Manuel, el encargado de la finca, se convierten en intérpretes de sus propias vidas, y la muestran sin  filtros, de la forma limpia y natural.

En una semana de otoño, recogen la aceituna, pelan almendras, están pendientes de unos zorros que merodean el lugar, conversan, reciben a amigos (el periodista Kayros, el guitarrista El Niño de las Cuevas...). Y Miralles en cuanto puede se escapa a su estudio a luchar con un ‘collage’ que al final termina. La vida, real y simple, de un artista.

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