La historia, con mayúscula, está escrita con la caligrafía de millones de pequeñas historias que nunca trascenderán, capítulos de vidas anónimas condenados al exilio de la memoria. En ocasiones, alguien recupera una de aquellas historias, indaga en ella, llega a la raíz y, con mimo, vuelve a sembrarla. Para que crezca de nuevo. Y así, aquella historia pequeña reescribe otra vez la historia, con mayúscula. Con más fuerza y quizás más sentido que nunca.
La del Grupo Salmerón es uno más de tantos episodios de nuestra emigración: la odisea de un centenar de familias de Alhama de Almería que pusieron rumbo a Nueva York en los años veinte del pasado siglo buscando una vida mejor. El sueño de construir un futuro usando los ladrillos que nadie quiere, subiendo la escalera desde el peldaño más bajo. Tras conseguirlo, muchos regresaron a su tierra. Otros se quedaron allí pero nunca olvidaron de dónde venían. Bajo el nombre del insigne político, criaron a sus hijos como si nunca se hubieran ido de Almería. Enseñándoles el castellano, por supuesto, pero también sus fiestas, costumbres y tradiciones. Brooklyn convertido en un barrio más de Alhama.
Contra el olvido
Para burlar al olvido, la estirpe de aquellos emigrantes ha recibido en Alhama de Almería el homenaje de la localidad a sus antepasados, pioneros por obligación hacia el ‘nuevo mundo’. Dice la historiadora María del Carmen Amate, autora del libro ‘El Grupo Salmerón en Brooklyn. Alhameños en Nueva York’, que existía una deuda con ellos. Hasta ayer.
El Grupo Salmerón, a través del testimonio vivo de sus hijos (hoy ya octogenarios, algunos llegados desde Nueva York), deja ya su impronta en Alhama. Manuel López, Virtudes Arcos, Enriqueta Gálvez, Ángel Castillo, Cristi Tortosa, María Rodríguez y Frances Artés firmaron primero en el libro de honor del Ayuntamiento ante la mirada del alcalde, Cristóbal Rodríguez.
Después, acompañados por la Banda Municipal, recorrieron las calles en procesión cívica hasta el Parque Nicolás Salmerón. Allí descubrieron un monolito tallado por Enrique Pérez donde una placa recuerda “a todos aquellos hombres y mujeres que entre los años 1917 y 1936 abandonaron sus casas y sus gentes tratando de buscar un mundo mejor al otro lado del Atlántico”.
“A pesar de la distancia que les separaba, nuestros padres vivieron con orgullo como alhameños y supieron darnos su amor por esta tierra”, dijo Virtudes Arcos. “Este monumento enorgullece a todos los descendientes de aquellos emigrantes”, expresó Cristi Tortosa. “Nuestra historia es parte de la historia de España y de Alhama pero también es la propia historia de América”, afirmó Enriqueta Gálvez.
La historia, con mayúscula, está escrita con la caligrafía, y las lágrimas, de millones de pequeñas historias.
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