“Y por fin un ancho paseo de palmeras, Paseo del Generalísimo. Me doy cuenta de que estamos en el célebre Paseo del Príncipe y el auto se detiene y una nube de niños sucios se pelean como pilluelos árabes por llevarle a uno la maleta. Pregunto: ‘¿Hotel Simón?’. Y me contestan: ‘Está a dos pasos’. Y a las siete de la tarde entramos mi maleta y yo en el gran Hotel Simón. Habíamos salido a las diez de Murcia”.
Así contó Celia Viñas su llegada a Almería una tarde de marzo de 1943. Esta descripción es un fragmento extraído de una de las cartas que envió a su familia, en Palma de Mallorca, durante los años en que vivió en esta ciudad, a la que llegó con la intención de no pasar más de año y donde se convirtió en una almeriense más.
“Celia llega un 8 de marzo y, a partir de entonces, cada semana o cada quince días escribe cartas de hasta ocho cuartillas por ambas caras a sus padres y a sus hermanas”, explica Francisco Galera Noguera, especialista en la figura de la maestra y escritora, cuya figura empezó a investigar en los 80.
Estas misivas que ahora ven la luz en forma de libro son “casi crónicas periodísticas de la Almería de la época”. A lo largo de las mismas, Viñas habla del paisaje, las calles, la gente, su día a día en el instituto, los profesores, la literatura y la vida cultural. “Realiza una serie de confesiones interesantísimas y de gran belleza literaria”, apuntaba Galera ayer en una entrevista en la Cadena SER.
Entorno mágico
‘Cartas de Celia Viñas a su familia. Autobiografía de una profesora y retrato de aquella Almería (1943-1949)’, con estudio, transcripción y notas de Francisco Galera, se presentó ayer tarde en un entorno mágico: el Patio del Mandarino del Área de Cultura de Diputación, en la Plaza Bendicho, donde se ubica una escultura de la poetisa obra de su gran amigo, el genial artista Jesús de Perceval.
Editada por la institución provincial, el Instituto de Estudios Almerienses (IEA) y el Ayuntamiento de la capital, la publicación se enmarca en el centenario del nacimiento de Viñas (Lérida, 1915-Almería, 1954), cuyos actos culminan este domingo a mediodía con una eucaristía en la Patrona.
La obra, de 510 páginas, no recopila toda la correspondencia que la maestra mandó a su familia. Por cuestiones de espacio, arranca con su llegada a Almería en el 43 y culmina seis años después, en 1949, fecha a partir de la que dejó de escribir de su puño y letra y empezó a hacerlo a máquina. “A modo de epílogo, hemos incluido su última misiva, con fecha del 8 de junio del 54. Murió el 21 de ese mes y se quedó a medias”, expresa Galera. “Sus cartas parecen el guión de su propia vida”, añadió María Dolores Durán, que ha coordinado el centenario.
En el encuentro, que culminó con una deliciosa actuación de Sensi Falán y Chochi Duré, se proyectó una emotiva entrevista a la sobrina de la protagonista, Celia Ribas Viñas.
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