La llave maestra de Iván. El judo ayuda a mejorar a un niño autista de 7 años

El Club Fórum de El Ejido ha acogido al pequeño en una clase en la que el resto de alumnos le ayudan a integrarse

Iván, de siete años de edad, junto a su madre María del Mar Martínez.
Iván, de siete años de edad, junto a su madre María del Mar Martínez.
Evaristo Martínez
01:00 • 17 jun. 2015

Iván tiene siete años y es autista. Sus padres lo saben desde que se lo diagnosticaron con algo más de doce meses de vida. Desde entonces, su día a día es “muy complicado”, como detalla su madre, María del Mar Martínez. Mientras hay colegio, las cosas son algo más sencillas: Iván, que es de El Ejido, va al Diego Velázquez, donde existe un aula específica de autismo. “La profesora es genial y todo está muy bien organizado”. Pero cuando los libros se cierran y el resto de chavales comienzan a disfrutar con sus actividades extraescolares, Iván no tiene sitio: fuera del horario lectivo no hay monitores especializados. 




María del Mar probó otras alternativas al margen del centro que acabaron siendo frustrantes tanto para ella como para Iván: sus responsables no estaban dispuestos a prestar al niño la atención que requería. Casi a la desesperada llegó hasta el Instituto Municipal de El Ejido y así contactó con el Club Deportivo de Judo Fórum, encargado de gestionar las clases de esta disciplina en El Ejido y en Berja. Y en ese momento sus vidas comenzaron a cambiar. 




“Me hablaron de una profesora, María José, que se encargaba de niños como Iván. Y descubrí que no era un aula específica ni había monitores especializados: todos eran una familia y los alumnos cuidaban unos de otros”, cuenta.




Desde que Iván comenzó a practicar judo en el Club Fórum, a principios de año, ha comenzado a desarrollar habilidades que permanecían dormidas. “Antes ni se acercaba a mis sobrinos y ahora lo hace. También cuando ve a otros niños jugando a la pelota en la calle”.




María José Pérez, la profesora del club a la que menciona María del Mar, reconoce que los progresos de Iván han sido “enormes”. “Es capaz de hacer el saludo, de jugar con otros niños y de permanecer dentro del tatami”, expone en una entrevista con LA VOZ. 




Son grandes avances, en poco más de cinco meses, para ese niño que no miraba a los ojos de sus compañeros cuando llegó. “Lo primero que hicimos en cuanto entró por la puerta fue echar la llave. El primer día fue una odisea y todo el primer mes, de adaptación”, recuerda María José. 




Saber esperar
La paciencia, sobre todo la de la madre del niño, ha sido una de las claves del éxito de esta apuesta. “Nunca hemos dicho que no a nadie, aceptamos a todo el mundo. Su madre vino muy rebotada de otras experiencias y para nosotros era un reto enorme. Le dijimos que íbamos a trabajar con él, que la cosa iba a ir lenta. Otras mamás quieren resultados inmediatos pero María del Mar lo comprendió a la perfección”.




Iván no ha sido el primer niño autista que han acogido en el club pero sí con el que han logrado un mayor progreso. “Cuando llega, le coge la mano a la monitora y le dice: vamos”. 


Amistad, trabajo, cooperación: judo
María José Pérez, premiada como mejor entrenadora en 2013 en la gala del deporte de Berja, defiende que el judo es un deporte que sirve para transmitir valores y elementos que pueden ayudar a chavales como Iván. “La cooperación, la amistad, el trabajo en equipo. Saber que no puedes mejorar si no mejora tu compañero. Saber que no puedes ser egoísta y practicar tú solo porque si no nadie querrá practicar contigo. A los chicos hay que transmitirle que son un equipo, que son compañeros y deben ser cariñosos e ir con la verdad por delante, respetando a los demás como son, con sus características. Todos somos especiales”.


La implicación del resto de alumnos es fundamental y resalta el concepto de “familia” al que hacía mención María del Mar Martínez: en la clase de Iván también está Jose, un pequeño con sólo un dos por ciento de visión. “Al resto de niños les decimos que ellos son nuestros chicos especiales, así que tienen que tener paciencia y esforzarse por entenderlos. También nosotros: tenemos que planificar una clase con treinta alumnos sin que haya perjuicio para los demás”, cuenta la docente. 


Por eso, califica de “logro” que Iván ya no esté solo en un rincón con su balón y que sea capaz de pedirlo a sus compañeros. No todo es fácil: por eso, la hija de María José y la de otra profesora son quienes están más pendientes del niño. Cuando las cosas se tuercen, ellas se lo dicen y él les responde con un abrazo y un beso. La llave maestra de un campeón como Iván Todorovic Martínez.


 



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