Hijo de la Alpujarra, pero sangre de la sangre de emigrantes a Francia, fue en el país galo donde el niño Rafael Pizarro Montes (Laroles, abril, 1964), no tuvo escapatoria. El rugby lo infectó de un modo irrecuperable y lo hizo suyo para toda la vida. La providencia es claramente oval para el nuevo presidente del Comité Andaluz de Árbitros, porque le ha marcado la dirección en la que tenía que ir para no salirse del camino rugbier, incluso en el páramo que era antes Almería. Año 1988. Regresó de un viaje a Barcelona convencido de inflar los balones y recuperar su deporte, abrió el periódico y en la primera hoja que se le apareció se avisaba de una reunión de gente con su misma inquietud.
Formado en la Escuela de Rugby de la Jeunesse Sportive Villenevoise (JSV) entre los años 1971 y 1975, en la localidad francesa de Villeneuve-les-Béziers, para después jugar en la Universidad de Granada, asistir a aquel encuentro le hizo estar presente en el germen de lo que hoy es el gran Proyecto URA. Jugó en la Universidad de Almería y en el Costa, y se dedicó también a entrenar, ya que tiene los nieles I y II. En esa faceta deja para la posteridad un histórico ascenso en el año 2000 a lo que era la Primera División Nacional, equivalente a la actual División de Honor B, dirigiendo al Costa de Almería. Las categorías inferiores también le han apasionado, pero ya busca una década pitando.
Y es que fue en 2008 cuando inició su carrera en el arbitraje, y este ‘ascenso’ se lo toma como un premio a su labor: “Cuando en un principio me lo plantean las personas que estaban antes, que se iban a producir las elecciones y que necesitaban un candidato a la presidencia, hombre, de entrada me chocó un poco, pero me satisfizo, porque no dejaba de ser un reconocimiento a todo lo que había hecho, a todo el tiempo que llevaba en el rugby y al que le sigo dedicando, y me lo tomé como una posibilidad, como una oportunidad, como un reto, en definitiva”. Tomada medida a la nueva situación, tiene claro que “la decisión ha sido buena, aunque consume bastante tiempo –entre risas-“.
Valora altamente lo hecho hasta ahora, y su carácter además le impide ser rupturista: “El equipo existía cuando yo me incorporo a la presidencia, sale el anterior presidente y llega un compañero de Cádiz, con lo que básicamente las áreas son las mismas”. Sí que había detectado una necesidad en su colectivo que ha abordado directamente: “Hemos creado una nueva área, la de recursos materiales e imagen corporativa, porque los árbitros somos la imagen oficial institucional de la Federación Andaluza en los campos y fuera de ellos, y creo que eso hay que cuidarlo mucho, la vestimenta y uniformidad antes y después de los partidos”. Se trata de un modo de cohesión del grupo.
En su área de designaciones y formación continua, en la que se ha hecho ya “un intercambio este año con Inglaterra, con árbitros andaluces yendo allí y con ingleses viniendo aquí en marzo, teniendo la ocasión de aprender de ellos”, hay un nombre propio de extraordinaria relevancia: “Somos unos afortunados; el hecho de contar con Alhambra Nievas dentro del equipo la verdad es que es una gran ventaja, además de que con ella me une algo muy especial porque conocí sus inicios, niñita tímida que a veces no le salía, como a todos cuando hemos empezado, pero por su tenacidad ahora la ves convertida en una de las mejores árbitros del mundo y es una satisfacción enorme”.
A la granadina la define como “un pulmón, una persona que está aportando permanentemente, que está sumando”. Encantados con ella, reconoce que “bien diferente sería el trabajo que se está haciendo en el Comité de no estar ella por la calidad que le pone, por el contacto con la Federación Española y las organizaciones internacionales, eso, que nos lo devuelva a Andalucía, pues es de agradecer y lo hago desde aquí”. En Alhambra se ven reflejados todos los elementos que debe atesorar un buen árbitro, y las directrices de Pizarro a su gente están acordes con lo que marcan las claras líneas de la World Rugby: “Continuidad en el juego y espectáculo”
Y es que hay que, evidentemente, conocerse muy bien el reglamento, pero no se puede olvidar que es una partitura que hay que saber interpretar: “Es tan complejo que resulta imposible aplicarlo al pie de la letra, porque no se jugaría ni un solo segundo, así que se tiene que aplicar lo que llamamos ‘materiality’, o sea, que no siempre las infracciones deben pitarse cuando el equipo infractor no sale beneficiado de esa infracción, sino que se debe aplicar ventaja”. Pero sobre todas las cosas, al presidente le obsesiona una: “Hay que preocuparse y ocuparse de la seguridad de los jugadores, estoy especialmente obsesionado con esa materia”. Es una forma obligada de interpretarlo.
Pizarro lo dice claro: “Somos los responsables de gestionar el juego, gestionar el partido, y por lo tanto, cualquier tipo de acción que consideremos violenta hay que cortarla con las armas que da el reglamento”. Pero no se puede olvidar que se trata de una responsabilidad compartida: “Un momento fundamental es la charla previa al partido en el vestuario, en la que se explica a los jugadores cuáles son las claves del partido, qué es lo que quieres, cómo quieres que se juegue, qué vas a pitar, qué no vas a pitar, donde se asigna la ‘mochila’ al capitán o incluso a determinados puestos, con instrucciones precisas”. Uno de los principios del reglamento es rotundo: “Responsabilidad consabida”.
El rugby es de todos, y todos deben desarrollarlo “conforme a esos valores de los que hace gala, cada jugador, el árbitro, los entrenadores, delegados, hasta el público, para que todo salga conforme al espíritu rugbier”. Ese último detalle, el de la grada, es igualmente significativo en las directrices de Rafa Pizarro: “Cuando se da esas situaciones que hemos comentado de ventaja, aplicando el ‘materiality’, es importante que se comunique con el público señalando con su brazo extendido, porque en rugby se da que mis señales sirven para comunicarme con el público también, que sepa lo que se señala en cada momento”. Sin duda, el árbitro debe ser “asertivo y comunicativo”.
La descentralización es una de las claves de su mandato, ya que “hay un responsable arbitral de cada provincia, que es el encargado de la formación continua que se imparte de forma mensual para unificación de criterios, la consistencia, así que el árbitro de mayor nivel de esa provincia se reúne con los más jóvenes y se van viendo mensualmente la modificaciones que pueda haber, las dudas que se pueden producir ante alguna situación concreta, y todos los contenidos van llegando en forma de cascada a todas las provincias y a todos los árbitros”. El presidente establece la condición indispensable de “tener consistencia y que se pite de igual modo en Cádiz, Sevilla, Granada…”.
En cierto tercer tiempo, con un jugador francés, comprendió que lo que su interlocutor le decía era cierto: “El rugby es amor, porque si yo no respeto a mi rival, no tendrá con quien jugar”. Existe “un acuerdo tácito, un principio que todo jugador que se viste con la camiseta de rugby tiene que grabárselo a fuego, y es el del respeto y la seguridad”. No es obligado haber sido jugador antes que árbitro, pero lo de ‘cocinero antes que fraile’ ayuda: “Francamente creo que es un plus; es verdad que tengo compañeros que nunca han jugado al rugby, como algunos de los ingleses del intercambio, que se están formando para dedicarse profesionalmente a esto, pero saber qué se cuece viene bien”.
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