En la Villa de Macael no te dicen que te quieren: lo percibes a la primera porque el ‘macaelero’ es claro, corto y directo. Pero el autor de esta obra nunca dio el perfil por sus años en Barcelona y sus escapadas a Almería (donde ahora reside) y ese medio mundo que conoció y que le llevó a ser un hombre de gentes.
Conocer a Pedro Pastor en el Valle del Almanzora es un salvoconducto. Un plus que te abre puertas. Porque sin pretenderlo hizo amigos en todo el mundo y nos hizo querer a su pueblo con toda la fuerza que a él le ha dado la Virgen del Rosario.
El jugador
En Macael, como en todos los rincones del planeta, también hay ricos y pobres, pero cuando juega el Atléti: todos a una para conseguir la victoria. Y eso hizo Pedro Pastor, regalar alegrías a sus paisanos marcando goles a centros de Pedrín y Tite que compartieron vestuario.
Hizo historia como futbolista hasta que las fuerzas le llevaron al banquillo para enseñar todo lo que aprendió, pero su vida fue corta sentado sin poder rematar a gol y a expensas de lo que él no controlaba en el terreno de juego. Dejó huella entre una generación de niños que aprendieron a su lado y luego sus hijos disfrutaron del mejor fútbol de todos los tiempos en el viejo campo de Las Nieves y en la Ciudad Deportiva.
El presidente
Cuando tomó las riendas del club de sus amores se mostró como un adelantado a su tiempo. Tenía claro que el Atléti sería el nexo de unión de jefes y trabajadores y para que los goles llegaran hasta las canteras cada lunes: firmó y pagó bien a los mejores jugadores.
De Pedro Pastor se han contado las más lindas batallas de fútbol. Capaz de bajar al descanso al vestuario y rascarse el bolsillo para levantar un partido y ganar un ascenso. Todo por ver felices a los ‘macaeleros’ el lunes en las canteras. Hizo mucho y bueno hasta ser el primer presidente de aquel Mármol Macael que nació para ser el club de todo el Almanzora.
Pedro fue elegido por los ‘Pesos Pesados del Mármol’ para liderar una obra que él mismo comenzó. Era el más feliz de la tierra el día que subió al equipo a Segunda B.
La persona
Pedro Pastor nos enseñó a amar con enorme pasión al equipo de su pueblo al grito de ¡Aupa Atléti! Bajando la cuesta estaba su despacho desde el que fraguó sus sueños de buen ‘macaelero’.
Dios no le dio hijos porque tuvo tantos (y buenos) que se sentía afortunado. Feliz y profeta en su tierra. Respetado como presidente en toda España y, como persona, nada más le podemos pedir los que disfrutamos de su amistad.
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