Venían de derrotar al Atlético de Madrid que llegaba al Mediterráneo como líder de la Liga BBVA y esa victoria debió de subir en tal grado la estima de los profesionales del Almería que le hizo volver a probar con el once de los fracasos en los desplazamientos, es decir, presentar un equipo desprotegido en el centro del campo, buscando sorprender al rival.
No fue un partido de aciertos ni en tentativas ni en goles. La imagen del equipo de Francisco, no fue ni mejor ni peor que la del Levante, la diferencia estuvo en que el equipo local siempre dio la impresión de ser un grupo con criterio y con las ideas muy claras a la hora de defender y el Almería menos; y que Barrar acertó.
Tenía tres opciones Francisco para suplir la ausencia de Soriano. Podía dar entrada a Marcos Tébar, Hans Martínez o Barbosa. Finalmente se inclinó por la que más le gusta, la de carácter más ofensivo, lo que no parecía demasiado aconsejable ante un rival como el levantinista.
Por eso no resultó nada extraño que, pasados los diez primeros minutos, el encuentro estuviera donde quería Caparrós. Dejarle el balón a un Almería con la pólvora mojada y esperar, haciendo lo mínimo, que llegara la oportunidad que sentenciara el partido.
La sentencia De salida el Almería se hizo con el control del partido y llegó bien al área rival e incluso goza de dos grandes oportunidades, pero ni Jonathan ni Dubarbier finalizan y el encuentro se espesa y el Almería va a menos. Barral marca un gol legal mal anulado y en el segundo tiempo el tanto del propio Barral que sentenciaba. En los últimos minutos el Almería tiene serias opciones de empatar, pero los palos juegan en su contra y se llega al final del encuentro con una nueva derrota y la sensación de haber dejado pasar otra gran oportunidad ante un rival directo.
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