Lo que debía de ser una fiesta de ilusión, jugar los dieciseisavos de la Europa League y aspirar a un derbi contra el Sevilla en octavos, se ha convertido en un marrón, un auténtico drama para el Betis. La a menudo fiel afición verdiblanca está harta de la situación deportiva y ha colmado su paciencia con el hecho de que los socios deban pagar entre 15 y 30 euros para ver el partido del jueves ante el Rubin Kazán ruso, y es más que probable que las gradas del Villamarín se queden casi desiertas.
Supporters Sur, la facción más ultra del Betis, ha anunciado ya que no acudirá al partido y por internet circula con fluidez el hashtag #yonovoyalVillamarin, lo que augura una entrada desoladora que sólo aliviarán los varios centenares de aficionados rusos que se esperan.
En lo deportivo, más problemas para un Betis colista y casi desahuciado. El cansancio europeo de esta jornada (el Athletic llega el domingo a Heliópolis) se verá multiplicado por dos la semana próxima, en la vuelta, cuando los verdiblancos deban realizar un larguísimo viaje de casi seis horas de vuelo a Kazán y luego jugar un partido letal para el físico, bajo un frío siberiano y sobre césped artificial.
Si no hay contratiempos, el Betis aterrizará de vuelta en Sevilla pasado el mediodía del viernes y deberá jugar de nuevo a las 12 del domingo en Villarreal, pues la LFP le ha cambiado hoy el horario, que en principio era las siete de la tarde. La plantilla bética apenas dispondrá de día y medio, entre el nuevo viaje y los entrenamientos, para encarar otra cita donde se juega lo poco que le quede de vida en Primera.
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