Cuesta verle en una foto sin Cosme Prenafeta pero es que aquel día salieron los pilotos de Iberia para dejar el control a un Rafa Pascual de altos vuelos que empezaba a dar la vuelta al mundo por los equipos de su vida.
En ese vuelo pilotado por Rafa Pascual iban auténticos artesanos del voleibol que se mezclaron con las grandes figuras. Los artesanos llegaron de Moisés Ruiz y las figuras eran el complemento ideal a un equipo con raza de campeón. Cosme Prenafeta lo hizo mejor. Un catalán y un madrileño que parecían hermanos dentro y fuera de la pista: aún lo son. Nadie los pudo frenar salvo el imperio italiano que a golpe de talonario dieron al traste con el primer título europeo de la historia.
Rafa Pascual y Cosme Prenafeta hicieron del Unicaja una máquina bien engrasada. Una ciencia exacta en cada balón para plantar cara a las potencias. Aquella Copa de Europa es el techo de nuestro voleibol.
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