Una nueva experiencia y nuevos sones que abrazan a los cofrades almerienses. Se estrenan las notas de la Banda del Carmen en Almería y con ellas la corneta de Alberto Fernández Gutierrez.
Con la nueva banda se hacía realidad uno de los deseos que más ardían en el corazón de este joven músico, tocar con su corneta tras un paso de misterio, alegrando los pasos de los costaleros.
La de este año ha sido una Cuaresma diferente. “Este año ya no quedaba para ver ensayos, ni para cenar con amigos, ahora todo el tiempo se dedica a la banda. Cada noche hasta cerca de las doce repetíamos las marchas una y otra vez, buscando la perfección.No he podido ver a las cuadrillas, ni hacer otras cosas que hasta ahora siempre hacía, pero ha sido una Cuaresma fantástica, que no tiene nada que envidiar a otras de años anteriores”.
La banda nació el pasado año, la presentación fue en la Compañía de María y ya ha realizado su primera estación de penitencia tras el Señor de la Paz de la Hermandad de la Unidad. Este fue también el debut de Alberto. “La banda es una banda joven, tiene poca experiencia aún pero las bases estan asentadas, y lo que es más importante: la banda sabe lo que quiere, tiene los objetivos muy bien marcados y la primera experiencia es muy buena”.
“Nunca” -prosigue Alberto- “había estado en una banda aunque siempre me ha llamado mucho la atencion. Era algo que me quemaba por dentro, quería sentir una salida procesional desde este protagonista oculto que es la música de las hermandades, y ahora, por fin la banda del Carmen me ha dado la oportunidad de ver este sueño cumplido”.
Claro está que en una banda no todo puede ser tocar en una procesión de Semana Santa, pues el grupo humano que la compone estrecha lazos. “La verdad es que cuando toqué a la puerta de la nueva banda no conocía a los músicos que la componían. Apenas diez caras conocidas era todo lo que tenía, el resto son todos nuevos para mí. Puedo decir con total seguridad que ha sido una gran decisión, he hecho muchos amigos y pase lo que pase sé que me los llevo conmigo por muchos años”.
A Alberto no le cabe ninguna duda de que este paso ha supuesto una experiencia muy enriquecedora para él, y no solo porque quería, desde que su memoria alcanza, hacerse músico y saber tocar uan corneta, sino porque gracias a la música, y gracias a las hermandades ha encontrado un sinfín de amgios a los que no duda en calificar como “un grupo de gente maravilosa”.
Con tantas horas de ensayo, claro es que se viven situaciones de toda índole. Recuerda Alberto que en esas noches de ensayo los músicos siempre están bromeando, y tanto es así que “llegado un momento tocaba que entrara mi voz en una marcha. Con las bromas del momento entré tarde, falló esta parte de la marcha, y ya todo salió mal. Javier Fernández Casado, el director, tuvo que parar el ensayo por mi culpa... creo que aún se escucha la bronca que me cayó... pero no fue la única. Cuando empezamos a tocar, yo desconocía totalmente las normas no escritas que hay en todas las bandas. Estabamos ensayando y yo estaba sentado girado y con las piernas cruzadas. Otra vez tuvo que parar el ensayo el director al grito de ‘los hombres de la barra, que se vayan al bar o ensayen como Dios manda...’.
La banda es joven y aún trata de abrirse camino en el dificil mundo de la música cofrade. En la capital podremos escucharlos en la tarde del Jueves Santo tras el Cristo de la Buena Muerte de la Hermandad de las Angustías, desde la Compañía de María. Allí, tras el Señor crucificado, Alberto, y otros jóvenes cofrades escribirán una bella página en su particular historia cofrade. Cada solo de corneta, cada chicotá, cada revirá y cada partitura será un deseo cumplido por estos músicos.
Alberto me pide que le deje agradecer al director de la banda, Fernández Casado, y a los compañeros, por hacer realidad esta ilusión.
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