Antonio Machado, el inmenso poeta sevillano que según Pedro Sánchez, el yermo aspirante a presidente, era natural de Soria, decía que los que están siempre de vuelta de todo son los que nunca han ido a ninguna parte. Y he recordado esa idea a cuenta del sonado despropósito del singular gobierno de Manuela Carmena en Madrid, al aplicar la epicéntrica Ley de Memoria Democrática (antes Histórica) de un modo tan chapucero y revanchista que ha puesto de manifiesto el verdadero nivel de los carmenitas: una panda de mindundis con ínfulas libertarias.
Ni puñetera idea de leyes, ni repajolera idea de historia. Pero ahí les tienen, aferrados al sillón y sentando cátedra de su ignorancia, a mayor gloria de la provecta Carmena, que escala con paso firme la espiral de la vergüenza ajena que creíamos en cotas insuperables después del inolvidable café con leche de su antecesora. Como buenos liberticidas. ¿Acaso deben preocupar las reglas del juego democrático a quienes han llegado al cargo para devolver la sonrisa al pueblo? Sin previo aviso, comenzaron a derribar vestigios del franquismo o de lo que ellos y ellas -que son muy burros y burras- consideraban como tal. No tengo espacio para detallar todos los casos en los que el equipo de Carmena ha demostrado su analfabetismo histórico, pero me limitaré a recordar que su concejal de Cultura, doña Celia Mayer, era una activista okupa que sustituye al primer elegido por Carmena para ese puesto, Guillermo Zapata, que era ese chico tan jovial que tuvo que dimitir al conocerse sus graciosísimos chistes sobre el Holocausto y las víctimas del terrorismo.
¿Acaso alguien esperaba algo diferente de esta panda de rebañapailas? ¿Acaso se podría esperar otra cosa de ellas o ellos en un ministerio? Otro día hablamos de los titiriteros y la cultura del odio.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/9/opinion/100014/devolver-la-sonrisa-al-pueblo