Este 28 de Febrero, en el que conmemoramos la celebración del referéndum autonómico de 1980, no es solo el día de nuestra tierra o una fecha para el recuerdo, sino una oportunidad para reafirmar la capacidad que hemos demostrado los andaluces para ganarnos el futuro que nos merecemos. A pesar de los retos que aún nos quedan por alcanzar, este periodo ha sido y está siendo sinónimo de conquistas sociales, de avance en derechos y de progreso. En estos 36 años de autonomía, Andalucía ha superado lastres históricos propios de décadas de marginación y se ha convertido en una comunidad moderna y pionera, que centra sus esfuerzos en la generación de empleo digno y que es una referencia en sanidad, en educación y en la protección de personas con discapacidad o socialmente desfavorecidas.
En la Andalucía de hoy, el espíritu de orgullo y superación del 28F se refleja en la pujanza de nuestras exportaciones, en la vanguardia de nuestra sanidad pública, en las becas que priman el talento por encima de la renta, en el apoyo a las familias o en la protección permanente de los colectivos sociales más desfavorecidos. Además, conscientes de la crisis de credibilidad que está alejando a la ciudadanía de las instituciones que la representan, el Gobierno andaluz se ha convertido en un claro ejemplo de transparencia en la gestión pública, de lucha implacable contra la corrupción y de regeneración de las instituciones.
Hay indicadores que reflejan nuestra realidad, gracias al esfuerzo de los hombres y mujeres de esta tierra, el trabajo serio y riguroso de un Gobierno volcado en generar soluciones y el compromiso firme de la presidenta, Susana Díaz para que Andalucía, tal y como ocurre en la actualidad, tire del carro del empleo en España. Con todo, la recuperación debe ser justa, para todos y para todas. Por eso, Andalucía abandera la consolidación de los derechos sociales y la mejora de los servicios públicos fundamentales, como garantes de la igualdad real de oportunidades. En este sentido, somos la primera comunidad española en gasto público en educación y nuestra asistencia sanitaria sigue siendo universal y gratuita, sin copagos ni privatizaciones, lo que hace que la sanidad en Andalucía sea un derecho y no un negocio.
En definitiva, nos queda mucho por conquistar, pero debemos sentirnos orgullosos y orgullosas de las metas alcanzadas hasta ahora. Andalucía tiene en estos momentos un horizonte prometedor gracias a un Gobierno de la Junta fuerte que ofrece seguridad a los andaluces y andaluzas, comprometido y volcado en defender los intereses de nuestra tierra y su gente.
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