La manera como Europa está gestionando la crisis de los refugiados resulta a estas alturas una auténtica desvergüenza. La cumbre de ayer en la UE ha puesto de los nervios a no pocas organizaciones defensoras de los derechos humanos. A cambio de que Turquía se quede con el marrón, los líderes europeos, que nunca se pusieron de acuerdo internamente a pesar de sus largas sesiones, están dispuestos a pagar el favor con seis mil millones y a trabajar para favorecer el ingreso de los turcos en el Mercado Común. Pero el espectáculo que vemos todos los días es intolerable.
Claro, ustedes pensarán que bien poco puede hacer un periodista de provincias, alejado del núcleo vital de los problemas. Me conformo al menos con no callar cuando podría dedicar mis escritos a las tradiciones cuaresmales o a peregrinar la ruta de la tapa que tantos aficionados tiene en estos días . Desde la Segunda Guerra mundial, Europa no ha vivido otro espectáculo más miserable. Oleadas de seres humanos huyendo de los bombardeos tratan de asirse al derecho de asilo para conservar el pellejo. Se ven escenas que parecen convencernos del inminente “suicidio del proyecto europeo”. Mujeres enfermas que carecen de alimentos para sus hijos bajo el implacable invierno. Niños perdidos en medio del aguacero en busca de algún rostro conocido. Y sobre todo, la tragedia cotidiana de no saber si van o vienen, si les abrirán la puerta las naciones hostiles que salen al camino. Aquí en España escasa es la preocupación por estos dramas humanos, Bien es cierto que estamos ocupadísimos con otro tipo de noticias. Dicen que de los 160, 000 refugiados que iban ser distribuidos entre la naciones de la Unión solo han llegado a destino 5OO. Y aquí en nuestro país de los 17.000 que era el cupo acordado, han entrado solo 18 personas. No podemos decir que seamos campeones europeos de la acogida, pese a los cantos de solidaridad de nuestros Gobiernos. Europa o barbarie, Europa o caos, escribe Bernard-Henri Levi. “ Tal vez nos encontremos ante lo que ni la crisis griega, ni la debacle financiera de 2OO8 consiguieron provocar; la muerte del sueño de Dante, Edmund Husserl yRobert Schumam. El espacio Schengen vuela en pedazos”.
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