Aseguran, aunque sospecho -quiero sospechar- que habrá rectificaciones, que el presidente Rajoy no quiere ir al Congreso a explicar lo ocurrido en la última cumbre de la UE, en la que se llegó a un acuerdo con Turquía para que este país extra-comunitario acoja a los refugiados que llegan a Europa. Este acuerdo ha suscitado una muy viva controversia en el seno de los veintiocho, por razones tanto morales como económicas y estratégicas. No es, en cualquier caso, un asunto baladí, que pueda y deba ser despachado así, sin más, sin consultarlo con las fuerzas políticas de la nación, por mucho que el Gobierno se halle en funciones.
El Parlamento, que es la pieza maestra de una democracia, no puede ni debe quedarse en una situación de ´en funciones´. Asistimos ahora a un serio debate, que no ha llegado a los titulares, acerca de si, aunque el Ejecutivo esté a la expectativa de destino, el Legislativo debe también quedar como ‘suspendido’, a la espera de que se forme por fin un Gobierno o se convoquen nuevas elecciones. Mientras, el Parlamento español se reduce casi a ser una inmensa sala de prensa, donde los líderes de las fuerzas parlamentarias se encuentran con los periodistas para hablarles de sus interminables, y efímeras, reuniones en busca de acuerdos para una investidura.
Creo que Rajoy debe meditar sobre su negativa a informar acerca de lo que ocurrió en el reciente Consejo Europeo que aprobó los acuerdos con Turquía, y, de paso, explicar cuál es la posición que el Gobierno español planteará en la próxima cumbre de la UE del día 17.
De la misma manera que me parece que el Congreso y el Senado no pueden abdicar de sus funciones de control parlamentario al Ejecutivo, por muy en funciones que este Ejecutivo se encuentre: sería tanto como dejar en suspenso la democracia.
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