Viernes Santo: consuelo de víctimas

La imagen del Crucificado entre dos ladrones ha quedado como metáfora del desconsuelo

Kayros
01:00 • 25 mar. 2016

Escultores, pintores y artistas en general  han rivalizado  en el tiempo por dejar un retrato lo más fiel  del  Calvario     La imagen del  Crucificado entre dos ladrones y  a los pies  del  Hijo muerto  la de la Madre   dolorosa  ha quedado como metáfora  del  desconsuelo.  La religión católica se nutre del  dogma de la resurrección. Cristo se encarna y muere por nosotros pero  el drama no termina  aquí.  Detrás del Calvario está  el Sábado  de Gloria.  Si Cristo no resucitó, vana seria nuestra religión, dice San Pablo.  Quiere decirse que existe un asidero para la  esperanza .Las  victimas de todas las canalladas de la historia aquí tendrían su  eventual refugio. A la altura del siglo XXI  no vamos a  regodearnos con  los  mártires de Damasco    ni con  los de los siglos anteriores. Seamos coetáneos con lo que está  pasando a nuestro alrededor. Sabemos que no lejos de aquí, los cristianos están siendo perseguidos  solo por serlo.  Esto hace recordar que  en pleno auge  de los derechos humanos   todavía  nos asemejamos a  las antiguas tiranías  grecorromanas.   Peor aún: Eso que  se llama   el  fanatismo  yihadista  supera  cualquier  desvarío  de la mente en relación con la  religión. Los verdaderos expertos  en la doctrina  canónica  no  salen de su asombro. Para ellos no puede existir un pensamiento  criminal  que  preconice  el odio y la muerte de inocentes.   Más bien  lo contrario: La  religión es para la salvación del  individuo.  Hoy  no hace falta  ser  religioso para  comprender   el  fondo   humanista  del viernes  santo. Quien siga la tragedia cotidiana  de esas oleadas  de refugiados    que huyen  de la guerra  habrá podido palpar la hipocresía de los lideres  europeos empeñados en deshacerse del  marrón. ¿En qué se diferencian estas   muertes  de  las que tuvieron lugar en la II  Guerra  Mundial? Viernes  Santo para las víctimas de París, de Bruselas, de Barcelona.  Jesús  a punto  de morir  dijo aquello que hoy nos parece   enigmático :” Mujer, ahí tienes  a tu hijo”.  No teniendo  otra cosa que darnos, nos entregaba a su madre  como último consuelo.  
La muerte  en manos de un desalmado   capaz de inmolarse por  una  ideología de  manicomio  solo puede  entenderse  cristianamente  desde  el   “ perdónalos que no saben lo que se hacen”.


 







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