La semana pasada dábamos continuidad a la sección ‘Anécdotas de cine’ y hoy toca hacer lo propio con otro texto de hace unos meses, titulado ‘Hablando de todo un poco’; los temas -como sucedió entonces- vuelven a amontonarse, y no parece mala idea ofrecer unas pinceladas sobre cada uno de ellos.
Comencemos con un habitual de esta columna, Netflix: para unos, la esperada tabla de salvación para la industria audiovisual; para otros, una multinacional monopolizadora y desestabilizadora… El próximo mes de mayo se estrenan las segundas temporadas de tres de sus series ‘estrella’ y quien esto escribe no piensa perderse ninguna de ellas: Grace and Frankie -ya quisieran muchas series un cliffhanger como el de su primera temporada-, Bloodline
-¿logrará estar al mismo nivel que el año pasado?- y Scream -un auténtico placer culpable que, en realidad, primero se verá en su canal de origen, MTV.
El caso es que, aun siendo un obsesionado del séptimo arte, tengo muchas más ganas de ver las continuaciones de estas tres series que, por ejemplo, El libro de la selva (2016), la última adaptación a imagen real de un clásico animado Disney; y eso que la cinta, contra todo pronóstico, ha recibido el apoyo casi unánime de la crítica especializada, que la define como un perfecto espectáculo para toda la familia y no duda en compararla con dos pesos pesados como Avatar (2009) o El libro de Pi (2012) en lo que a efectos digitales se refiere -muchos opinan que ha logrado poner el listón tecnológico aún más alto.
Quizás dentro de algunos años podremos elegir ver la segunda parte de El libro de la selva -sí, el proyecto ya está en marcha- en una sala de cine en la que esté bien visto el uso de los móviles. Me explico: la cadena estadounidense de cines AMC -no confundir con la cadena de TV- dejó caer hace unos días la posibilidad de que, en algunas de sus salas, se diera total libertad para consultar el whatsapp, publicar en Twitter y, en general, molestar a los demás con la luz de nuestros smarthpones. La empresa -al menos por ahora- parece haber dado marcha atrás, pero quién sabe qué nos deparará el futuro…
Para cerrar, noticia de última hora: unos de los invitados del Nocturna 2016 -Festival Internacional de Cine Fantástico de Madrid- será… John Landis; y no lo traigo aquí a colación por ser el objeto de estudio de mi último libro, sino por su poco conocida relación con Almería: en su juventud, el director de Un hombre lobo americano en Londres (1981) pasó una temporada en España participando en infinidad de rodajes, incluidos los de muchos westerns filmados en nuestra querida ‘Tierra de Cine’.
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