LEntramos en una nueva campaña electoral sin haber salido de la anterior y con un sentimiento de fracaso y resignación. No hay un solo dato que indique que las cosas puedan cambiar ni que vaya a haber un diez o un veinte por ciento del electorado que vaya a cambiar su voto. Por el contrario, lo único que atisban los sociólogos es que una parte significativa del electorado se quedará en casa o se irá a la playa el día de las elecciones y que eso hará que por el reparto estadístico algún partido gane lo que no le han dado las urnas. Mala solución para todos, sea cual sea el resultado. Como malo es este sentimiento de los ciudadanos de que los políticos, todos, piensan más en los cargos que quieren ocupar que en los ciudadanos, más en su interés personal o de partido que en el interés general.
Rajoy ha hecho una vez más de don Tancredo y ni siquiera ha intentado negociar a pesar de partir con más votos que nadie. Pedro Sánchez ha fracasado rotundamente en su intento de conseguir una mayoría que le permitiera gobernar y lo sabía antes de ofrecerse al Rey. Pablo Iglesias nunca ha querido formar parte de un gobierno con Sánchez si no era mandando más que él e, incluso así, posiblemente hubiera rechazado la posibilidad. Quiere el poder total para llevarnos a una política vieja y fracasada allí donde se ha aplicado. Y Albert Rivera ha intentado ganar en la negociación y el pacto lo que no le dieron las urnas, pero no ha conseguido nada.
¿Repetimos la jugada? Yo estoy plenamente en contra. Los cuatro líderes deberían dar un paso atrás y poner al frente de las listas a personas capaces de entenderse. ¿Quiénes son y dónde están? La política, como la economía, la judicatura o la Universidad, son territorios machistas. Demos un oportunidad real al cambio. Pongamos a cuatro mujeres al frente de las listas y, sea cual sea el resultado, veamos sin son capaces de encontrar una forma de conciliar las diferencias. Goldoni decía que "si falla la diplomacia, recurrid a una mujer". Pues eso, Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera deberían reconocer su fracaso, dar un paso atrás y poner al frente de sus listas, por ejemplo, a Soraya, Susana, Carolina e Inés con lo que pasaríamos posiblemente, de una política de cargos a una política de acuerdos reales.
La única gobernante de Europa que ha demostrado capacidad para el pacto, firmeza y realismo, la única que ha sido solidaria con los refugiados se llama Angela Merkel. Los hombres que dirigen Inglaterra, Italia, Francia, España y hasta la Unión Europea han fracasado con sus políticas. No sé si, como decía Simone de Beauvoir, "el problema de las mujer es un problema de hombres", pero el problema de la política radica en hombres incapaces de entenderse. Demos una oportunidad a las mujeres. "Si por fuerza se entiende el poder moral, entonces la mujer es un ser inmensamente superior" decía Mahatma Gandhi. Tal vez sea hora de declarar constituida la república de las mujeres y que ellas busquen lo que ellos son incapaces de conseguir: un acuerdo por el bien de los ciudadanos.
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