Si la racionalidad presidiera la política española, que no la preside, los diputados de la efímera o casi nonata legislatura surgida del 20-D serían despedidos, esto es, tendrán vedado el reenganche el 26-J, pues no han hecho el trabajo que se les encomendó y para el que fueron contratados con dinero público. Ni han sido capaces de formar gobierno, ni de acordar cosa alguna, ni han legislado cual se espera de los miembros de la Cámara, ni han controlado al Gobierno en funciones, bien que ésto último a su pesar, dada la actitud de abierta rebeldía del ejecutivo saliente que, por la incompetencia de sus señorías, no ha acabado de salir.
Si la racionalidad presidiera el actual sistema político español, que no lo preside, se vería que ésta gente, los diputados del 20-D, han sido incapaces, por ignorancia, sectarismo o desidia, de hacer su trabajo, que no es tan duro, ni muchísimo menos, como el de la mina, el del campo, el de la construcción, el de la recogida de basuras o el de camarero, y sí infinitamente mejor pagado. Pero no sólo no lo han hecho, sino que, por no hacerlo, han causado graves y diversos perjuicios a España, es decir, a los españoles. Desde la retracción de las inversiones en nuestro país hasta la paralización de proyectos por el marasmo institucional, pasando por esos cerca de 200 millones de euros que le va costar al pueblo español la broma de repetir las elecciones.
A cualquier criatura uncida al yugo de un empleo y un salario se le despediría según diera muestras de la insolvencia profesional que han exhibido en éstos últimos meses los diputados. Y con la actuales e infames leyes laborales, hasta se les despediría también dando muestras de la máxima diligencia y pericia. ¿Por qué, entonces, se les va a permitir a éstos mandrias del Congreso, a los dirigentes en particular, volver a presentarse y a disfrutar de las gabelas y los privilegios inherentes a la condición de diputado? Que se presenten otros, que rebusquen los partidos en sus covachas y rellenen sus listas con otros. Y, ya puestos, que los salientes vayan pensando cómo pagar a escote la millonada que su incapacidad va a costarle a éste empobrecido país.
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