El odio extranjero

Kayros
01:00 • 12 may. 2016

En la era de la globalización, el gran turismo y los viajes interplanetarios todavía quedan sociedades herméticas y casposas que enferman de xenofobia. Xenofobia es odio, repugnancia y hostilidad hacia el extranjero. Ni siquiera los medios de comunicación y las nuevas tecnologías han podido terminar con el rechazo al visitante en aras de un concepto poco menos que tribal de la convivencia. Mucho hablar los que gestionan el turismo de los beneficios humanos, culturales y económicos que genera el cosmopolitismo, pero no se acabamos con los odiados e ignorados migrantes y menos todavía con los refugiados que no saben dónde meterse. Quienes no somos de aquí podríamos ilustrar este desdén de mil maneras. No tenemos el habla característica de algunos barrios almerienses. No utilizamos algunos vocablos desgarrados como follaero, pellejero, abonico y to pá ná. Asi no podems penetrar en la gracia entre murciana a y andaluza de ciertos grupos. Tampoco podemos sentirnos orgullosos de nuestros ancestros ; somos hijos advenedizo..Sobre esto suele haber no poco engaño. Hay quien te mira por encima del hombro por creerse un noble vástago de las cuatro familias importantes que han partido aquí el bacalao durante siglos, pero, mirándolo bien, casi ninguno de de sus antepasados era de aquí. Ya es bien sabido que en todas las ciudades rige una casta que expende salvaconductos de pureza genealógica. Hoy gracias a los viajes, a los idiomas y al contacto con otros pueblos, alardear de clase es hacer el ridículo. La buena educación parte precisamente del trato nada hostil con el que viene de fuera. Tengamos en cuenta que la sociología, la mires por donde la mires, lo que demuestra es que nadie es de un sitio único. Por poco que se escarbe encontraremos antepasados en mil sitios. Por ejemplo, al hablar de invernaderos, es injusto negar la contribución de otras gente de fuera. Y lo mismo cabe decir de otras actividades- El odio al extranjero se engendra en un enfermizo temor a la competencia. Los publicistas que se encargan de la venta del producto temen que la calidad extranjera nos reviente el mercado.







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