La cuestión estaba complicada. El PSOE había comunicado que su voto sería negativo al cambio en la denominación y con ello sus ventajas para el cargo de gerente de urbanismo en el ayuntamiento de la capital. Pasar de laboral a alto cargo en el escalafón municipal no lo entendía muy bien la oposición. En los corrillos todo era preguntarse qué iba a hacer don Miguel Cazorla con su voto. Sería a favor, eso parecía, tras las últimas actuaciones, pero con la abstención le valía al equipo de gobierno. Los tres votos del PP estaban asegurados para María, Muñiz no contaba con los dos del PSOE, había qué saber que podía hacer Rafael Esteban con el voto de IU y Miguel Cazorla con el de C’s. Era normal cierto miedo, pues de nuestros políticos se puede esperar cualquier cosa. Así se presentaba la reunión. La mañana estaba políticamente interesante en la gerencia. Corrillos, comidillas, voces a media voz y expectación. Y miedo, mucho miedo a perder la votación.
Miguel parece que va a votar en contra, dice una voz en un momento dado. ¡Putada! ¿Estás seguro? Al cien. Tres a favor y tres en contra. ¿Y de Rafael que se sabe? No he conseguido enterarme de nada. Hay que intentarlo como sea. Si hace falta se le aborda abiertamente. No podemos perder la votación. Con su abstención nos valdría, ya que el voto de calidad cae de nuestro lado. Vamos a ello. Nervios en María, en Castellón, en todo el PP. Los casi dos metros de Rafael Esteban dan una gran sombra a la reunión, y la misma se cierne como una agonía entre los protagonistas de la reunión. Los segundos pasan. Quien me cuenta la historia no me sabe decir lo que despedían los ojos, lo que decía la mirada de Rafael. Es posible que los mismos dejaran sobre la mesa una sensación de lejanía, ese mirar al infinito que también saben usar los jugadores de poker.
Había que enseñar la carta. Y el único que aún la mantenía boca abajo era Rafael. Votará con la oposición, era lo lógico y lo esperable, se decía el personal. Pero Rafael no le daba la vuelta al naipe y los nervios se iban tensando en la reunión. ¡A favor, en contra! Cuando ya no tuvo más remedio Rafael dejó la carta sin volver. Me abstengo, dijo. Y con esa abstención le daba al PP la posibilidad de usar el voto de calidad. María respiró, Castellón también. PSOE y C’s cruzaron sus miradas.
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