Su alcaldesa rescata París

La alcaldesa de París, la andaluza Anne Hidalgo, parece reunir en sí toda la memoria y toda la humanidad que le faltan a Europa: no soporta la despiadada inacción del gobierno francés ante el drama de los refugiados, de los fugitivos de la guerra, y se ha propuesto construir en su ciudad, que alguna vez fue la luminaria del mundo civilizado, alojamientos dignos para las miles de familias sirias, iraquíes, afganas, que están tiradas en pésimas condiciones en los descampados de París. Y los va a construir, como mucho, en mes y medio.
 La alcaldesa de París, Ana Hidalgo, nieta de republicanos españoles fugitivos e hija de emigrantes, fugitivos igualmente, va a improvisar en mes y medio habitaciones dignas para los que hoy, rechazados por una Europa en escalofriante regresión moral, hozan en el albañal de las chabolas que han erigido en jardines y solares con materiales de fortuna por las esquinas de París. Va a hacerlo, pese a las limitadas atribuciones y competencias de la alcaldía, tanto por humanidad, pues sólo la gentuza puede asistir impávida a la tragedia de esas familias, como por imperativo de la memoria, la de los muchos millones de fugitivos europeos (españoles, franceses, rusos, alemanes...) que deambularon no hace tanto, despojados de todo, por las ruinas de Europa.
 Sin llegar a los extremos de mezquindad y desentendimiento del Gobierno de Rajoy, el de Hollande tampoco está dando a Francia motivos para enorgullecerse de su manejo de la catástrofe humanitaria de los refugiados. Hidalgo es del mismo partido que Hollande, pero no es Hollande, y avergonzada de ver convertido París, otrora ciudad-refugio, en una urbe sin alma, va a emprender por su cuenta lo que le dicta su conciencia y la de los muchos franceses que, como ella, la conservan.
 ¿Y aquí? Aquí hay mucha alcaldesa, en Barcelona, en Madrid, pero la mejor me parece que vive, desde que sus mayores se refugiaron allí, en Francia.