Estamos en vísperas de que empiece oficialmente la campaña electoral. Se confirma el triunfo del PP. Los datos a nuestro alcance cantan que se consuma el “sorpasso”. Podemos en coalición con los comunistas se erige, pues, en segunda fuerza por delante del PSOE. En la valoración de líderes el primero es Alberto Garzón. Le siguen Albert Rivera, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. El último, como siempre, es Mariano Rajoy. Qué curioso. El candidato del partido que gana las elecciones aparece con un cate sonado de 3,O9, y puedeo asegurar que no es la primera vez. Le vengo siguiendo desde hace cuatro años. Este fenómeno solo puede explicarse por la naturaleza demoscópica de la derecha conservadora. El PP goza de un electorado siempre fiel. Con otro líder casi podríamos decir que ocurriría lo mismo. Ya pueden aparecer dentro del partido innumerables casos de corrupción, ya los periodistas espabilados logren encontrar demasiadas contradicciones contables en los papales de Panamá, al final la derecha gana. Y si encima los partidos de izquierda no se aclaran en sus propuestas ni siquiera en la elección de sus compañeros de viaje, pues peor me lo pones. Antes nos quejábamos de que la izquierda no tenía un triste periodista que mirara por ella. Todo era prensa del Gobierno, de la Iglesia o de la gran Empresa. Ahora asistimos a tertulias donde para que haya un Maruhenda a favor de Rajoy hay cinco críticos furibundos en contra del Gobierno. Y sin embargo siguen ganando ellos las elecciones se hable de refugiados, trabajadores sin trabajo, escuelas con el comedor cerrado o de gente que se marcha al extranjero. Yo no creo que estén encantados de la política progresista del PP aunque sea el partido que tiene más gente ocupada. Por algo dicen que la corrupción no incide gran cosa en los resultados electorales. No quisiera cargar las tintas en los defectos del PP, culpemos sobre todo a la izquierda que no acierta aclararse nunca y parece que no es feliz si no complica hasta la desesperación lo estaba clarísimo Ya ven cómo ha resuelto Europa el problema de los refugiados, cómo nuestros dirigentes están tratando cargase la educación, la investigación y la cultura. Eso sí, promesas a largo plazo que no falten. Dentro de cuatro años, si no cambia este Gobierno, tendremos trabajando a veinte millones de españolitos…
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