Hay un poema que conocí, de la mano del poeta Javier Irigaray, que cada vez que lo recito me emociona. Está escrito por la poeta Teresa Wilms Montt nacida en 1893 y dice: “Soy Teresa Wilms Montt…y aunque nací cien años antes que tú, mi vida no fue tan distinta a la tuya. Yo también tuve el privilegio de ser mujer. Es difícil ser mujer en este mundo. Tú lo sabes mejor que nadie. Viví intensamente cada respiro y cada instante de mi vida...”
Las mujeres en la historia no lo hemos tenido nada fácil. La Historia incluso se ocupa de hacernos desaparecer y, en la actualidad la igualdad parece una quimera dando marcha atrás. Carmen de Burgos ha sido borrada de la historia, “con precisión quirúrgica”, como cuenta la periodista Mar Abad. Dice la escritora Flora Tristán: “Todas las desgracias del mundo provienen del olvido y el desprecio que hasta hoy se ha hecho de los derechos naturales e imprescriptibles de ser mujer. Las gestas femeninas en el deporte, no son ni de lejos comparables al deporte masculino. La brecha salarial, de media entre hombres y mujeres es un 19%, en el deporte incluso puede superar al 2000%. Dice la poeta Alfonsina Storni: “¿Qué mundos tengo dentro del alma que hace tiempo vengo pidiendo medios para volar?”. Veintitrés premios Nobel han tomado los atriles del premio Jaime I para alentar sobre la desigualdad de género en las disciplinas científicas y, denunciaron la falta de representación femenina en ambos palmarés. Dice la poeta Gioconda Belli: “Soy una mujer que piensa. Algún día mis ojos encenderán luciérnagas”. El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha registrado en su estadística anual un incremento del 10,6 % del número de chicas menores de 18 años víctimas de violencia machista en 2015, respecto a 2014. Estamos cansadas de decir que urge un Pacto de Estado contra la violencia machista. Dice la poeta Dulce Chacón: “No le dolieron (los golpes) en la cara, /sino al lado del alma, en ese rincón que no se le puede enseñar a nadie. A las mujeres se nos recriminiza incluso cuando somos violadas. La sentencia del Juzgado de Violencia sobre la Mujer nº1 de Vitoria, la juez preguntó a la víctima “si cerró bien las piernas para evitar los abusos sexuales por parte de su expareja”, negándole incluso la protección frente al maltratador. Dice la filósofa Simone de Beuvouir: “El día que una mujer pueda no amar con su debilidad sino con su fuerza, no escapar de sí misma sino encontrarse, no humillarse, sino afirmarse, ese día el amor será para ella, como el hombre, fuente de vida y no un peligro mortal”.
He tejido esta columna, como si fuera una colcha, en vez de telas llenas de luz y de color, he usado las palabras de algunas de las mujeres a las que tampoco se les ha hecho justicia, ni histórica ni profesional. He sido tejedora de palabras imitando a las mujeres tejedoras de colchas, ellas, con cada puntada con hilo, demostraron la fuerza femenina de perdonar. Sí, nos queda mucho por hacer, pero también se han conseguido derechos con demasiadas muertes y humillaciones de mujeres que se rebelaron y se rebelan ante las injusticias sociales y, que orgullosas como Chavela Vargas, gritan: “Voy a gritar con toda mi alma para que el mundo sepa que estoy viva. Viva de tanto vivir. Viva de tanto amar”
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