La inercia del pasado

No llegamos a acuerdos porque nuestros políticos no  se atreven ; no trabajan...

Kayros
23:00 • 26 jul. 2016

Informativamente hablando, no puedo decir que ha sido un éxito, aunque  viva  en  la costa almeriense, escribir desde un pueblo dejando la capital, criadero de noticias. Aquí en Aguadulce la gente pudiente se encierra en un chalet, pone rejas de punta  a su jardín y así. parece no querer saber nada de lo que está ocurriendo  en el mundo. 
Después de todo estamos en verano y  se trata de descansar. Solo cuando cae algún peñasco de  cinco mil kilos en los acantilados del Cañarete los paisanos  hacen algún pequeño gesto de preocupación.  
Así que no  se puede negar  que escribir diariamente desde aquí   tiene sus dificultades  sobre todo  si uno  procura  ser  actual y preciso. ¿Que cómo escribo? Mayormente leyendo prensa, oyendo radios y viendo televisión  si bien  las mejores ideas me las prestan  los  tuteadores.. Por ejemplo,   el mensaje de Raul Gil: “Este país tiene un problema con su pasado, por no decir que está gravemente enfermo. Y algunos siguen viendo el problema en quien lo señala”. Este país viene de una dictadura que duró cuarenta años. En la llamada Transición no hubo ruptura sino consenso. El franquismo admitió medio dormido  por la oratoria jurídico- democrática de  Fernández Miranda. 
A Adolfo  Suárez le obligaron a dimitir. La clase heredera  del franquismo vio clara una buena ocasión de enriquecimiento sin tener que dar cuentas al pueblo, como se decía entonces. Entre las exigencias de los que pactaron la democracia   pesaba  no  hablar del régimen anterior. Esto puede explicar los cuantiosos escándalos que vinieron después. 
Como dice Raúl, “algunos viendo el problema en quien lo señala.” O sea, no llegamos a acuerdos porque nuestros políticos no  se atreven ; no trabajan; se interesan más que por su promoción individual que el bienestar  de la ciudadanía.  En la prensa  existen algunos francotiradores que tienen obviamente “mala prensa”. Los buenos, en cambio, o callan ,o se apuntan al PP o se interesan por cuestiones históricas alejadas de la vida real. De aquí arrancan por lo general los que yo llamo  los profesores de estética. Suelen estar atentos a cómo funcionan las artes al margen de los principales problemas del hombre contemporáneo. Y no hace falta  decir que estos profesores suelen  dan los premios de literatura, de cine y de teatro.


 


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