Informativamente hablando, no puedo decir que ha sido un éxito, aunque viva en la costa almeriense, escribir desde un pueblo dejando la capital, criadero de noticias. Aquí en Aguadulce la gente pudiente se encierra en un chalet, pone rejas de punta a su jardín y así. parece no querer saber nada de lo que está ocurriendo en el mundo.
Después de todo estamos en verano y se trata de descansar. Solo cuando cae algún peñasco de cinco mil kilos en los acantilados del Cañarete los paisanos hacen algún pequeño gesto de preocupación.
Así que no se puede negar que escribir diariamente desde aquí tiene sus dificultades sobre todo si uno procura ser actual y preciso. ¿Que cómo escribo? Mayormente leyendo prensa, oyendo radios y viendo televisión si bien las mejores ideas me las prestan los tuteadores.. Por ejemplo, el mensaje de Raul Gil: “Este país tiene un problema con su pasado, por no decir que está gravemente enfermo. Y algunos siguen viendo el problema en quien lo señala”. Este país viene de una dictadura que duró cuarenta años. En la llamada Transición no hubo ruptura sino consenso. El franquismo admitió medio dormido por la oratoria jurídico- democrática de Fernández Miranda.
A Adolfo Suárez le obligaron a dimitir. La clase heredera del franquismo vio clara una buena ocasión de enriquecimiento sin tener que dar cuentas al pueblo, como se decía entonces. Entre las exigencias de los que pactaron la democracia pesaba no hablar del régimen anterior. Esto puede explicar los cuantiosos escándalos que vinieron después.
Como dice Raúl, “algunos viendo el problema en quien lo señala.” O sea, no llegamos a acuerdos porque nuestros políticos no se atreven ; no trabajan; se interesan más que por su promoción individual que el bienestar de la ciudadanía. En la prensa existen algunos francotiradores que tienen obviamente “mala prensa”. Los buenos, en cambio, o callan ,o se apuntan al PP o se interesan por cuestiones históricas alejadas de la vida real. De aquí arrancan por lo general los que yo llamo los profesores de estética. Suelen estar atentos a cómo funcionan las artes al margen de los principales problemas del hombre contemporáneo. Y no hace falta decir que estos profesores suelen dan los premios de literatura, de cine y de teatro.
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