En septiembre se nos hacen protagonistas los niños y las uvas

Juan Torrijos
01:00 • 16 sept. 2016

Con los niños las protestas de sus padres ante el inicio de un nuevo curso. Siguen las aulas prefabricadas, los comedores escolares y las Ampas, las críticas de UGT y CCOO ante la Delegación de Educación y la no asistencia al Conservatorio de Música y Danza de los alumnos hasta que no se solucionen las deficiencias del mismo. Y para qué hablar del precio de los libros, por encima de los cuatrocientos euros por escolar. Lo que más me ha llamado la atención es la manifestación de UGT contra la política educativa de la Junta. No estamos acostumbrados a que UGT se levante contra los colegas que mandan en Sevilla. Algo ha debido cambiar en estos meses y no nos habíamos enterado. Los comedores escolares han logrado que se unan las madres en defensa de la comida de sus hijos, nuestros hijos. Y lo más grave, si se lleva a cabo, es la actitud de los padres al no llevar a sus hijos al conservatorio de la capital hasta que no se solucionen las deficiencias que le afectan. Cada año, cuando llega septiembre, volvemos a dejar a nuestros hijos en manos de una administración educativa cada año más criticada por recortes, barracas y otras lindezas.
Y llegan los parraleros y reciben el homenaje de los ecologistas en la Delegación de la Junta en Almería. Una pregunta: ¿En años anteriores no se ha celebrado este acto en Diputación? ¿Qué ha pasado en la edición actual? ¿Se han peleado, discutido, se han devuelto las cartas? Sólo se puede y se debe agradecer el trabajo de recuperación que se viene efectuando con las distintas variedades de las parras almerienses. Una de las que reparten en Terque, la de Cojón de gato pude conseguir hace unos años, plantada está y dando una uva de cojón, supongo que de ahí el nombre. Cuando de uva se habla con la gente del Andarax te cuentan historias que han marcado la vida de miles de parraleros almerienses a lo largo de muchos años, años que se vinieron abajo y que hacen que estos hoy pequeños pueblos duerman entre sueños del pasado y esperanzas del futuro. Se le pagó al parralero por quitar las parras y no se le dio alternativa alguna. Desde entonces se vienen agostando sus campos, campando los salaos y durmiendo las ilusiones.
No está mal el homenaje, merecido es, pero hubiera sido mejor darles alternativas cuando hace años les pagaron por quitar las parras.


 







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