¿Cuándo se jodió el PSOE?

“No se puede construir un futuro común instalándose en el rencor perpétuo”

Jose Fernández
01:00 • 09 oct. 2016

Igual que en la famosa “Conversación en la catedral” de Vargas Llosa, la rabiosa actualidad del PSOE parece provocarnos la misma y conocida pregunta que el protagonista de la novela se hacía sobre el Perú. ¿Cuándo se jodió el PSOE? Una semana después de la epicéntrica concentración de fallas y movimientos en la sede central de Ferraz, todavía se siguen detectando réplicas que hacen temer una sacudida aún mayor que la inicial. Pero volvamos a los orígenes. Uno piensa que el PSOE empezó a joderse cuando de la mano del inolvidable Zapatero se aplicaron a intentar ganar la Batalla del Ebro (1938) y a establecer una equivalencia directa entre el Partido Popular con la esencia concentrada de las maldades más perversas del franquismo, valga la múltiple redundancia. 
     Y es precisamente en esa admirable capacidad de absorción de las bases socialistas, envidia del sector de la higiene íntima, en donde podemos situar la raíz de los problemas que ahora tiene el PSOE para explicar la abstención que dé paso a la formación de un Gobierno popular. Tan a fondo ha calado el mensaje de que el PP es lo peor de lo peor, que ni siquiera la perspectiva del escenario de un gobierno popular en minoría y rodeado por todas partes es capaz de doblegar a parte de un PSOE atrincherado en el NO-ES-NO, llevado de la convicción de que Rajoy es poco menos que el cuñado de Belcebú. Y ese enconamiento de perfil psicodramático es una de las claves desde la que se puede interpretar la devastación interna que vive el PSOE. Y es que no se puede pretender construir un futuro común instalándose en el rencor perpetuo de la dos Españas en donde nosotros siempre somos los buenos y los demás los malos. Al PSOE le conviene ir superando ya ese modelo y evitar el estigma ético y el cordón sanitario que ha decretado sobre el PP, porque si sigue sin buscar entendimientos con la fuerza política que, sumada a ellos, acumula la inmensa mayoría del voto, su papel de referente único de la izquierda acabará siendo ocupado por otros. 
Y menudos otros. 







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