El pasacalles de furia que se avecina

Jose Fernández
23:09 • 27 oct. 2016

A nadie debería sorprender que la Izquierda radical que conduce el Gran Pastor de la Coleta vuelva a mostrar su querencia por el ruido y la furia, una vez abandonadas las contenciones y los afeites propios del cortejo postelectoral. Que Podemos y sus afluentes se preparen abiertamente para la subversión ya no extraña a nadie, porque el único balance positivo de este año de barbecho administrativo que nos hemos comido entre todos es que, ahora, nadie puede engañar a nadie. Ya no caben composturas y/o imposturas. Todo apunta a que la mocedad podemita va a recurrir a la deslegitimación estructural del sistema para conseguir, a voces, lo que no consigue a votos. 
Aunque lo verdaderamente inquietante es pensar que, tal como parece confirmarse con nuevas evidencias, el Premio Nacional de Turismo 2016, Pedro Sánchez, tenía ya cerrado un acuerdo de Gobierno con esta gente, con el chispeante aliño de los independentistas. Canela fina para el banco azul. 
Y ahora que el fogonazo de lucidez sobre la campana del PSOE ha evitado el puzzle frentepopulista, los podemitas se preparan para convertir la legislatura en un pasacalles de odio y tensión, al que tratan de caramelizar en twitter con densas capas de cursilería intelectual. Pero habría que oír a todos estos campeones de la tolerancia y el buen rollo si, de haber cristalizado finalmente el Gobierno Thermomix que propugnaba Sánchez, desde posiciones cercanas al Partido Popular se estuviera invitando al personal a ir a rodear el Congreso el día de la investidura del vicepresidente Pablo Iglesias: estaríamos –dirían- ante el espectro del caballo del general Pavía y las cadenas de los tanques de la Brunete, impulsadas por una derecha cavernaria incapaz de ganar en las urnas lo que quiere ganar luego en la calle. 
Ya se sabe que si lo hacen los demás, es fascismo golpista, pero si lo hacen ellas y ellos es un cántico social, una marea democrática, un impulso ético y mil majaderías más. Pero ya no engañan más a nadie. A nadie que no se deje, claro.







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