Punto y aparte

Gerardo Santos
01:00 • 09 dic. 2016

E artículo de la semana pasada terminaba con una pequeña mención al retorno de Las chicas Gilmore, en forma de nueva mini-serie de Netflix. Quien esto escribe disfrutó bastante del reencuentro con Lorelai, Rory, Emily, Luke, Kirk, Taylor, Michel y ese largo etc. que conforma la entrañable fauna de Stars Hollow. Tuve mis ‘peros’, por supuesto -la irregular trama de Lorelai o los estirados números musicales-, pero a esta serie lo que siempre le he pedido son sonrisas, carcajadas, ternura y emoción, y de eso hubo mucho en estos cuatro nuevos capítulos. Ahora la cuestión es saber si este será el prometido ‘broche final’ o si Netflix no tardará en anunciar una nueva temporada…
Punto y aparte. Este pasado domingo fui a ver, por fin, La llegada, la última película de Denis Villeneuve -responsable de la inminente secuela de Blade Runner, ahí es nada- y una nueva incorporación a ese panteón de largometrajes que, al parecer, ‘amas u odias’: hay gente que la considera una de las mejores historias de ciencia-ficción del séptimo arte y hay quienes casi piden el dinero a la salida del cine. Personalmente, no me posiciono en ninguno de ambos extremos. Encontré aspectos muy interesantes y escenas para enmarcar -la hipnótica llegada a la estación militar, el posterior laberinto de pasillos, el ‘primer contacto’-, pero el tan comentado desenlace no me llegó a emocionar; y eso que contaba con la ayuda del compositor Max Richter -cuyas partituras me hacen recurrir a los clínex en casi todos los capítulos de The Leftovers. 
Punto y aparte. Esta semana vimos en casa dos películas ‘Disney’. Una de ellas fue El viaje de Arlo, la problemática producción de Pixar que, finalmente, quedó un tanto relegada tras el estreno de la exitosa Del revés. ¿Factura técnica? De 10 y un nuevo referente en cuanto a animación digital. ¿Historia? Tópica, típica y con escaso margen de revisión. Justamente lo contrario que Mulan, la otra película ‘Disney’ -esta vez 100%- que vimos aquel día: canciones de lo más efectivas -sobre todo esa maravilla titulada I’ll make a man out of you-, personajes carismáticos, humor y drama en su justa medida… Una historia a la que no me importó volver de nuevo, por enésima vez. 
Punto y aparte. Estos días ando terminando la tercera temporada de Bojack Horseman: me costó un poco terminar la primera tanda de capítulos pero, como ya había leído en numerosas ocasiones, lo mejor viene después. No siempre conecto con el humor de la serie o con sus gags, pero su carga dramática/melancólica/depresiva, su compromiso emocional con los personajes y sus experimentos narrativos me parecen dignos de aplauso. 


 







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