Sorprende en estos últimos tiempos la preocupación en sectores ajenos por la salud del
PCE. Partido dado por muerto una y otra vez, y que desde ciertas tribunas se le reivindica en sus renuncias, pero no en sus elementos rupturistas. Porque este Partido contribuyó tanto o más que otros (desaparecidos en la larga noche franquista), a traer la democracia a este país, en un proceso, la Transición, que nos hubiera gustado que fuera más allá (Republica, socialismo en libertad…), pero que la correlación de fuerzas, con un ejército anclado en el pasado, hizo muy difícil la “ruptura democrática”. Se hizo lo que se pudo, y por tanto, se hizo lo que se debía.
Casi 40 años después, tras la crisis económica e institucional más grave del régimen político nacido en el 78, los comunistas, con otros actores políticos y sociales, hemos llegado a la conclusión de que la Constitución, que en su tiempo ayudamos a promulgar en un ejercicio de generosidad democrática, ha tenido un desarrollo muy deficiente en sus aspectos mas sociales: art. 35: “Todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo… y a una remuneración suficiente”, art. 47: “Todos los españoles tienen el derecho de una vivienda digna y adecuada”, art. 128: “Toda la riqueza del país, sea cual fuere su titularidad está subordinada al interés general”.
Por tanto, toda una generación que no la votó pero valora y agradece la lucha de sus mayores por la democracia, considera que es el momento de hacerlo de otra manera, de iniciar un proceso de cambio que construya otro modelo de país basado en el empleo digno, en el derecho a la vivienda, en pensiones adecuadas, con una sanidad y educación públicas y de calidad, donde se rescaten a las personas y no a los bancos.
Y en eso estamos los comunistas, con Alberto Garzón al frente, con otras organizaciones en un grupo de 71 diputados que amenaza con romper el chiringuito que algunos tienen montado en los cómodos asientos de los consejos de administración de las empresas del IBEX35. Porque no hay que confundir acuerdos políticos entre fuerzas de izquierda (IU, Podemos, Equo), con vergonzosas subordinaciones desde la socialdemocracia a un gobierno del PP, hasta las cejas de corrupción, que ya afila las tijeras de los recortes con el beneplácito de fuerzas políticas “responsables”.
Así que en esta provincia, Almería, este Partido, el PCE, apuesta firmemente por la política de unidad popular, desde su independencia y personalidad propia. Porque ser esperanza para los de abajo y poner nerviosos a los de arriba, bien vale la pena intentarlo. Y aunque dados por desaparecidos muchas veces, como diría el clásico, “los muertos que vos matáis, gozan de buena salud”.
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