Viendo a la elegante ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, pronunciar el tradicional discurso, previo al del Rey, en la Pascua Militar, mis pensamientos derivaron más hacia lo civil que hacia lo castrense, lo admito. Porque la señora Cospedal se ha convertido en acaso el único punto de incertidumbre en la política gubernamental, el único factor algo discordante en la calma chicha que caracteriza el paso de Rajoy por el doble poder presidencial que ostenta, en La Moncloa y en la sede popular de Génova.
Hube de limitarme a seguir la Pascua Militar a través de la televisión, porque las facilidades que se dan a los informadores para asistir a la posterior recepción se han recortado no poco en los últimos años. Y es una lástima, porque hubiera sido una espléndida oportunidad para pulsar la opinión de los representantes del mundo castrense -suelen pronunciarse con prudencia, sí, pero con firmeza_ acerca de la conveniencia, inconveniencia o indiferencia de contar a su mando con una generala -es la equiparación real del ministro de Defensa en cuanto a graduación_ que es, a su vez, la secretaria general de un partido político, aunque sea el partido que gobierna a los españoles.
Personalmente, pienso que el titular de Defensa debe estar lo más alejado posible de la actividad política partidista y centrarse más bien de manera exclusiva en las funciones relacionadas con cuanto tenga que ver con la gestión del sector militar, que tiene importantes responsabilidades en el exterior y aún potencialmente más importantes en el interior. Delicado punto este último en tiempos de secesionismo en grado de tentativa, que tanto el Rey como Cospedal eludieron, y creo que hicieron bien, tocar en sus respectivos discursos, intencionadamente poco ‘políticos’, si así pudiera decirse. Pero, en mis conversaciones privadas con algunos destacados soldados españoles, he sacado la impresión de que ellos también comparten mi punto de vista: Rajoy debería considerar seriamente el relevo -que de él depende, y de nadie más; no nos engañemos, y que nadie nos engañe_ en la secretaría general del Partido Popular, para cuyo congreso nacional falta apenas un mes.
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