Afirma Juan Luis Cebrián que el periodismo profesional está hoy amenazado de muerte. Se refiere al periodismo que habíamos hecho hasta ahora, vigilante del poder y provisto siempre de información fiable y rigurosa. Ya se sabe que quien manda, lo primero que hace es rodearse de palmeros y de especialistas del botafumeiro para ensalzar y de poner por las nubes los aciertos, jamás los errores, del caudillo mandón. Con esta convicción hemos actuado más uno a lo largo de nuestra vida, prefiriendo siempre estar con la ciudadanía. Convencidos de que la soberanía estaba en el pueblo, como se dice en un artículo de nuestra Constitución, eso era lo primero frente a toda forma de autocracia por muy bendecida y jaleada que ésta fuera. Pero he aquí que a raíz del triunfo electoral de Donald Trump estamos viendo cosas increíbles: ¿Cuándo se ha visto que un aspirante a Presidente de Estados Unidos diga a los mejicanos que piensa encerrar a todos como borregos detrás de un muro y que encima tal muro deberá ser sufragado por ellos mismos?. ¿Imaginan al Gobierno de México haciendo recortes de su propio presupuesto para financiar las locuras triunfalistas de Trump?. Este novísimo periodismo se llama ahora “posverdad” que es lo que viene detrás de cualquier argumento. En este plan nos puede gobernar el Gorila Rey de la selva contando con que ya no hacen falta filtros para asegurarse de la autenticidad de las informaciones. “La posverdad, continúa diciendo el exdirector de El PAIS, una manera políticamente correcta de llamar a las mentiras, se ha enseñoreado de la situación” Algunos estarán contentos de ver lo mucho que se ha ido simplificando la carrera. Ya prácticamente no hace falta estudiar nada para ejercer la profesión. En mi tiempo los planes de estudio eran kilométricos, porque, habida cuenta de que el periodismo abarcaba todas las facetas del hombre en sociedad, los profesores se desvivían por inventarse su propia asignatura. Pues bien, todo esto se está yendo al carajo.El populismo y la posverdad mancomunadas nos dispensan en el próximo futuro de enterarnos de lo que pasa. Y si se diera el caso, pese a todo, de que alguien preguntara más de la cuenta, el gran líder es libre para echar al periodista de la rueda de prensa. Pobre información y pobre verdad. Por este camino ya se verá dónde vamos.
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