Micropolítica

A falta de realidades, las visitas de la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, nos suelen dejar llamativos titulares para satisfacción de los medios de comunicación. Si hace unos años se descolgaba afirmando que llevaba a Almería en el corazón (que no en la cartera, que es lo que nos interesa a los almerienses para que las promesas no se eternicen), en su reciente encuentro con el alcalde de la capital, Ramón Fernández-Pacheco, se despachó con una frase que recoge a las claras dónde tiene realmente la cabeza la presidenta: “Hemos hablado de mucho, pequeños detalles de la micropolítica que en lo municipal y en lo local son muy tangibles, pero que cuando uno va subiendo en las administraciones pueden parecerlo menos”. Tal cual.
En la agenda de la presidenta el Hospital Materno Infantil, la Alcazaba, el PGOU, el Cable Inglés, los barracones donde estudian nuestros hijos o las deficiencias en los centros educativos y sanitarios ocupa el espacio de la micropolítica, una nadería en román paladino. Ella está en otras cosas más importantes y las quejas al maestro armero, es decir al Gobierno o a la Diputación, que para eso son del PP.
Susana Díaz está en lo que está. Y lo que le ocupa y preocupa es el PSOE, Madrid o Ferraz, que tanto monta… Los ánimos entre la militancia socialista están más que caldeados y hay que estar preparados para la que se avecina en el Congreso Federal fijado para el 17 y 18 de junio, cónclave del que puede salir elegida como la primera secretaria general del centenario partido. Ahí es nada. Y con las cosas de comer no se juega.
Susana se fue como llegó a la Alcaldía, sin una mala palabra ni una buena acción. Muchas promesas, buenas intenciones, pero ninguna fecha. Más de lo mismo. Y ya es hora de pasar de las musas al teatro o lo que es igual, de las palabras a los hechos.