Me es imposible recordar una imagen de mi madre, como seguramente les ocurrirá con la suya a la mayoría de quienes lean estas líneas, distinta que trabajando sin cesar, luchando cada día por y para su familia, administrando inteligentemente el sueldo, haciendo frente a enfermedades despiadadas, sacrificándose, ayudándonos con los deberes, dando cariño, preocupada y ocupada día y noche por los suyos,…; una imagen muy alejada de la que relataba hace un par de días el eurodiputado polaco Janusz Korwin-Mikke, quien dijo, por el debate en la euro cámara entorno a la brecha salarial entre sexos, que “Las mujeres deben ganar menos porque son más débiles, más pequeñas y menos inteligentes” Cómo se puede arremeter así contra la mitad de la población mundial para ganar los votos indeseables de quienes, en pleno siglo XXI, se creen el sexo fuerte.
El martes celebraremos el día de la mujer trabajadora, rememorando las protestas en el siglo XIX de trabajadoras textiles estadounidenses que lucharon por sus derechos laborales, no sé si este eurodiputado pensaba en ellas, o en las más de medio centenar que murieron a principios del XX en una fábrica textil de Nueva York, en el incendio causado por una bomba al tratar de desalojarlas porque protestaban allí encerradas por los bajos salarios y las paupérrimas condiciones laborales.
Para conseguir igualdad laboral entre sexos por justicia, si queremos educación compartida de los hijos, que la natalidad deje de ser un problema en nuestro país – no sólo para el sostén del sistema de pensiones, sino también en la crisis de cuidados de mayores y dependientes – debemos poner en marcha políticas de conciliación equiparando permisos derivados de la maternidad y la paternidad, sin que se puedan transferir, a la par que trabajamos la coeducación y cargamos con la fuerza de la ley contra declaraciones como las de Korwin, porque si no se seguirá discriminando, haciendo muy difícil ser mujer en el primer mundo e imposible en el resto.
Por eso hoy, más que nunca, quiero ser débil, pequeño e inteligente como una mujer porque, como tan sabiamente dice Silvio Rodríguez en una de sus canciones “Me estremecieron mujeres, que la historia anotó entre laureles, y otras desconocidas gigantes, que no hay libro que las aguante”
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