El Plan Estratégico de Almería

Antonio Felipe Rubio
01:00 • 21 abr. 2017

El antes y el después de la Semana Santa ha conocido dos polémicas estériles que, como tales, han producido cierta agitación social. Es lo típico en Almería: lo anecdótico anima el debate; lo esencial se incorpora a beneficio y silencio de parte. Mientras tanto, el tiempo pasa y las oportunidades no son recuperables. Magnífica ocasión -25 aniversario de la Expo´92- para analizar las “posverdades” y oportunidades perdidas y nunca suficientemente reclamadas por una provincia que jugó el papel de hermanastra en la Andalucía que Junta voluntades. 
Jornadas previas al Día del Amor Fraterno, el Ayuntamiento de Almería sustituyó los bancos de algunas zonas públicas por unos nuevos similares, pero con un reposabrazos metálico intermedio. A este mobiliario urbano se le conoce como bancos “antimendigo” al impedir que una persona pueda acostarse en toda su extensión y convertir los parques, jardines y bulevares en dormitorios “sociales” que no siempre son ocupados por los más desfavorecidos. No es la primera vez que estos emplazamientos se ven copados por grupos que, a la mañana siguiente, se dispersan por la ciudad para ejercer su actividad como “perroflautas” aporreando una lata de pintura a las puertas de una entidad bancaria, tocando la flauta o haciendo malabarismos en un semáforo en rojo. Conste que no tengo nada que objetar a la libre elección de este modelo de vida. Insisto, libre elección inspirada por argumentos contrasistema, reformistas franciscanos... o vaya usted a saber. Algunos países (Dinamarca) residencian estas tribus urbanas en espacios singulares como Cristiania, que ha terminado como peligroso “paraíso” de la droga y la delincuencia. Tampoco quiero criticar las muestras artísticas y performances urbanas, algunas de gran valía, que se suelen desarrollar en plazas y estaciones de metro. Otra cosa es la ocupación continuada de estos lugares que suele conllevar protestas e indisposición de comerciantes y ciudadanos en general cuando observan el uso de estos espacios para fuertes discusiones, fruto de la droga y el alcohol. Las desgracias sobrevenidas que acucian a personas o familias devenidas en pobreza o riesgo social no se solucionan facilitando dormir en un banco, jardín o, como se solía decir, debajo de un puente.
La confrontación política y la insidia colindante hacen perder la perspectiva del modelo social que, incluso el más fervoroso populismo, ha de precaver para evitar y solucionar estos desfases sociales. No se soluciona la marginalidad con la proliferación y patrocinio de escenarios marginales. Sólo las acciones encaminadas a dotar de dignidad con trabajo, asistencia, solidaridad… Y también, por la otra parte, con compromiso social, responsabilidad y respeto se puede llegar a una convivencia aceptable. El fomento de la marginalidad como argumento de conmiseración populista es lo que se conoce en el comunismo y bolivarismo como la administración de la pobreza (véase situación actual de Venezuela).
Tras la Semana Santa, las playas han sido objeto de otro encendido debate. Se discute si el Plan de Playas ha de ser operativo durante todo el año o sólo los meses de verano. Se critica duramente al Ayuntamiento por no tener todos los servicios prestos en Semana Santa con la gran cantidad de público que prácticamente ha llenado las playas en unos días de excelente climatología. Todos los balances son positivos: ocupación hotelera del 90%, hostelería satisfecha por las ventas, comercio favorecido por la concurrencia y el consumo… Todo perfecto. Y saben quién o qué ha sido el culpable de estos resultados: un potente anticiclón. 
Si la Semana Santa se hubiese retrasado sólo siete días tendríamos unos titulares desoladores: “El intenso temporal de levante desluce las procesiones” “La amenaza de lluvia desuela a Prendimiento y Estudiantes”, “El Encuentro “vuela” en Plaza Circular”… y “Las playas vacías tras intensos preparativos de limpieza”, “Olas de hasta cinco metros destrozan la campaña turística”… y, consecuentemente, hoy no se estaría hablando del Plan de Playas. Es decir, en esta Almería tenemos un “Plan Estratégico” tan sólido como los caprichos de un anticiclón o una borrasca. En definitiva, un comportamiento tan errático como tormentoso. 







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