Jesús tiene ya más de una decena de años. Lo conocí antes de nacer, cuando se gestaba su vida en el vientre de su madre, una mendicante joven que con sus escasos veinticuatro años contabiliza ocho partos vivos y uno frustrado. Jesús es el mayor de los siete hermanos y aunque está escolarizado me lo tropiezo casi a diario en los mismos lugares, una suerte de lotería callejera de alimentos , donde pide comida a los viandantes. Sabe que no puede ejercer la mendicidad porque es menor y está prohibida y porque más de un agente de policía se lo ha recordado, pero en lugar de ocupar su tiempo de ocio en otros menesteres propios de su edad, se echa a la calle con el consentimiento de su madre, quien cuando se le recrimina tal actitud arguye que tiene que alimentar a toda su familia que cobija de ocupa en un inmueble colectivo. El caso es solo un botón de muestra, que junto a otros muchos, evidencia que la pobreza no disminuye a pesar de la recuperación económica y que la población en riesgo de pobreza ha alcanzado su nivel más alto, con los niños como principales afectados. No olvidemos que según la Unicef, España es el tercer país de la Unión Europea con mayor pobreza infantil, tras Rumanía y Grecia. Pese a la mejora de los indicadores económicos, uno de cada cinco compatriotas permanece en riesgo de pobreza, es decir su familia sobrevive con menos de 8.200 euros al año, según la última encuesta conocida del Instituto Nacional de Estadística, que precisa que el riesgo de pobreza en nuestro país ha aumentado en dos décimas con respecto al año anterior, alcanzando al 22,3 por ciento de la población; en tanto que el 15 por ciento de los hogares españoles tienen dificultades para llegar a fin de mes, aún con el notable aumento de los ingresos medios que no alcanzan la cifra media del año de inicio de la crisis. El hecho de que hayan aumentado a la vez los ingresos medios y el riesgo de pobreza se traduce en una señal inequívoca de que la desigualdad no llega a corregirse.
El hogar de Jesús encaja, en líneas generales, con el perfil medio de las familias con menos recursos: parados, extranjeros, en su mayoría de procedencia de fuera de la Unión Europea, jóvenes con escasa formación y residentes en el Sur. Jesús también es desafortunado ejemplo de una de las advertencias recogidas en un reciente informe de Unicef que hace hincapié en que los niños son los que se han llevado la peor parte de la crisis, sobre todo en nuestro país, donde la pobreza infantil ha aumentado 9 puntos durante los años más duros de la recesión. Los recortes en servicios sociales básicos cuando más necesarios eran tienen mucho que ver con este desolador panorama. Un escenario en el que habitan otros muchos niños como Jesús, porque ellos, como Jesús, son los pobres de los pobres.
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