Subdesarrollados es lo que podemos considerarnos en el territorio almeriense en materia ferroviaria, aunque eso ya lo sabe hasta el más despistado que habite entre nosotros. Sin embargo, este subdesarrollo se extiende a algo tan esencial como es la movilidad urbana y metropolitana, máxime si nos comparamos con otras ciudades de nuestro entorno, como Murcia o Granada.
En 2007, ASAFAL puso sobre la mesa de debate la necesidad de salir de este subdesarrollo aplicando una revolución a la forma de moverse en el área de la capital, Bajo Andarax y Poniente, que es donde reside el grueso de la población de la provincia y donde más problemas se suscitan por la casi exclusiva dependencia del coche particular. Abrimos ese debate con una propuesta de implantación de un metro ligero o tranvía que ejerciera de columna vertebral de todo el sistema de transporte colectivo y la coordinación con el resto de medios públicos, tanto en servicios como en tarifas. Hemos de reconocer que tuvo una gran repercusión y que propició ese debate tan necesario en una sociedad bastante atrasada en este campo. Los distintos medios publicaron infografías en las que se veía el tranvía discurriendo por lugares tan emblemáticos como la Avda. De Federico García Lorca o la Plaza de la Estación. Incluso nos hizo albergar ciertas esperanzas y pensamos que algo estaba cambiando. Nada más lejos de la realidad. Aquello fue solo un espejismo y hoy, diez años después, seguimos estando anclados en el siglo pasado y parcheando la situación a golpe de ocurrencia del dirigente político de turno.
Hoy, la situación del transporte público urbano y metropolitano es nefasta, especialmente crítica entre el Poniente y la capital. En definitiva, no se ha avanzado en ningún aspecto.
Ahora que recientemente se ha puesto en marcha el metro de Granada, y a pesar de los 20 años que ha tardado en entrar en servicio desde que se decidió su construcción así como el incremento de su coste, ya empiezan a aparecer en Almería algunas voces reclamando una infraestructura de este tipo. ¡Cuánto tiempo perdido!
Mientras no hagamos la revolución del transporte en nuestro territorio, será imposible considerar a nuestras ciudades como enclaves modernos, respetuosos con el medio ambiente y que favorecen la calidad de vida de sus ciudadanos. Esto no parece estar en la agenda de ningún partido político serio. Claro, que si a estas alturas todavía estamos debatiendo cómo debería integrarse el ferrocarril en la ciudad, lo anterior parece ser mucho pedir.
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