Las últimas cuarenta y una mil plantas localizadas en un invernadero de Níjar por la Guardia Civil, más las cientos de operaciones que llevan a lo largo del año en diversos puntos de la provincia, vienen a demostrar que Almería se ha convertido en tierra de promisión para la ‘maría’. Las estadísticas vienen a decirnos que las miles de plantas apresadas hasta el momento son en el entorno del diez por ciento de las plantadas. Cuesta trabajo creerlo, pero así lo dicen los técnicos: Diez por ciento de lo plantado. Si esto es así, si la estadística en esta ocasión se cumple, es para pensarse qué está ocurriendo en Almería con la plantación de maría. La labor de la Guardia Civil viene siendo ejemplar en esta cuestión, pero hay que reconocer que en la mayoría de los casos ha sido el alto consumo de electricidad, el fuerte olor que desprende la planta, la suerte o la denuncia de algún vecino, lo que ha puesto a la autoridad ante el cultivo masivo e ilegal de marihuana que se ha venido y por lo visto se viene produciendo en nuestra provincia. Ante los grandes beneficios que aporta la planta es normal que aumente su producción y que ya se haga a gran escala.
Creíamos hasta ahora que se trataban de producciones pequeñas, cuarenta o cincuenta plantas en un sótano, un garaje, el salón de una casa abandonada o una barraca de madera. La solución para una familia. La llegada de la maría al invernadero, con más de cuarenta mil plantas, nos hace pensar que no estamos ante el pequeño mercadeo de la droga, que en Almería se ha instalado un grupo capacitado para producir, vender y exportar miles de kilos de maría. Se ha logrado desmantelar un invernadero, ¿cuántos como ese, con cuarenta mil ilegales plantas están repartidos por nuestra provincia? Si volvemos y hacemos caso de la estadística, es todo un marrón el que tienen las autoridades almerienses. Demasiado dinero en juego con el que comprar voluntades, crear opiniones, corromper sociedades. Y somos tan débiles los humanos ante los billetes de cincuenta.
Acabar con la maría se ha demostrado casi imposible, si a ello unimos las campañas para que se legalice su consumo para algunas enfermedades, me temo que en Almería vamos a tener que acostumbrarnos a vivir (y durante mucho tiempo) con el dulzón aroma de la maría en nuestros campos e invernaderos.
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