Que dice Mariano Rajoy, cierto que con deje que me pareció algo zumbón, que su intención es agotar la Legislatura, es decir, llevarse las próximas elecciones generales hasta allá por junio de 2020. Largo nos lo fía el presidente del Gobierno, cuando aún no conocemos lo que ocurrirá en las elecciones catalanas, ni en las municipales y autonómicas, ni en las europeas, ni con los Presupuestos para 2018, ni...
En fin, el caso es que el presidente, que acudió a uno de esos desayunos multitudinarios, esta vez convocado por la agencia Europa Press para celebrar su 60 aniversario, realizó el discurso esperable; como si nada pasase y todo marchase a pedir de boca, como si su futuro político estuviese en presentarse a esos (lejanos) comicios del mítico 2020, y ganarlos para su partido... y para él, que continuaría al frente del mismo. Nada cambia, todo sigue igual.
Nada que objetar, desde luego. Excepto, claro, que son los electores y los acontecimientos los que marcan el futuro de un político. Y de una nación. Baste recordar que el próximo día 20 de este mes, justo la jornada de reflexión en Cataluña, se habrán celebrado los dos años desde que, en esa fecha de 2015, se celebraron aquellas elecciones generales que iniciaron un período agónico, o más bien trágico, en la política española.
Y fíjese usted cuánta agua ha pasado bajos los puentes en estos veinticuatro meses, en los que casi todo ha cambiado... menos Mariano Rajoy, desde luego.
Intenté preguntarle, aunque no lo conseguí, si hay vida tras el 155, y qué vida puede ser esa. En realidad, el hombre impasible no solo nos dejó con la incógnita de qué piensa poner en marcha para mejorar España en el futuro, sino que, en el fondo, trazó una raya sobre el porvenir para 2018, 2019* ¿Cómo se van a llenar esos dos años y medio hasta agotar la Legislatura? ¿Habrá reforma constitucional, pactos de izquierda para combatir a la derecha en ayuntamientos y autonomías? ¿Reforma de la Administración? ¿Leyes más transparentes y equitativas?
Pues eso: que seguimos en las mismas, y el tic tac implacable del reloj electoral nos sitúa ya a una semana de esas cruciales elecciones en Cataluña que son ya, de por sí, un profundo misterio y un todavía más acuciante dislate.
Con todo eso quiero decir, desde luego, que me parece muy voluntarista -quizá obligadamente voluntarista- esa predicción de Rajoy según la cual se agotará la Legislatura. Que no digo que fuese malo, al contrario. Lo que me parece es casi imposible, pero al tiempo.
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